—Hace rato en el teleférico ya te dije que no quiero hablar de esa persona —soltó Ariana, con el ceño fruncido.
Ariana sabía perfectamente que Carlos la estaba tanteando. En teoría, él no era de esos que andan metiendo la nariz en la vida de los demás, así que no entendía por qué ese interés repentino en el tema.
Definitivamente, algo no cuadraba.
Pero Carlos no se dio por vencido tan fácil, como si hubiera algo más detrás de su insistencia.
Al fin y al cabo, podría tratarse de la seguridad de Ariana.
Si ese tipo llamado Esteban en verdad era un admirador obsesivo, ¿y si terminaba lastimándola por no conseguir lo que quería?
En su vida anterior, Carlos había escuchado a su padre contar que Ariana fue secuestrada y mantenida prisionera en una casa vacacional en una isla desierta; al final, incapaz de soportar el tormento, ella saltó al vacío y perdió la vida.
En ese momento, al enterarse de su muerte, sintió un zumbido ensordecedor en los oídos y la cabeza, tanto que no pudo escuchar el resto de la historia.
Ahora que lo pensaba, para secuestrar a alguien y llevarla a una casa vacacional en una isla deshabitada, ese tipo tenía que ser alguien con dinero, no cualquier persona.
—¿Lo odias tanto? —Carlos buscaba una respuesta clara, así que insistió.
Ariana arrugó la frente, desconcertada. ¿Desde cuándo este tipo tan reservado se comportaba así?
—¿Ya sabes que me cae mal y todavía lo mencionas a cada rato? —Ariana fingió fastidio—. Así también te estás volviendo insoportable.
—Perdón —Carlos le ofreció una disculpa, y luego, con toda seriedad, le advirtió—: Si te cae tan mal, entonces mantente lo más lejos posible de él.
Ariana se quedó callada. No sabía cómo sentirse al respecto.
¿Será que él estaba preocupado por ella?
Pero, ¿por qué se preocuparía?
En esta vida apenas se habían visto dos veces, ni siquiera podían considerarse conocidos.
—No te preocupes, nadie quiere alejarse más de él que yo —repuso Ariana, girando la cabeza y contestando en voz baja.
—Si vuelve a molestarte, tú... —Carlos estuvo a punto de decirle “puedes buscarme”, pero recordó lo que Ariana acababa de decirle, así que cambió de idea—: ...puedes buscar a Liam. Es policía, él te va a cuidar.
Evitó mencionar al esposo de Ariana. Después de todo, en la otra vida, su esposo tampoco había sabido protegerla, ¿verdad?
Ariana, al escuchar eso, volvió la mirada hacia él, observando ese perfil serio y decidido.
Ariana permaneció en el carro un momento más. Cuando vio que Carlos se alejaba, sacó el celular para responder los mensajes de WhatsApp.
Ese día, antes de salir a la excursión, los ocho del grupo habían creado un chat. Andrés era el administrador.
Uno a uno, quienes ya habían llegado a casa fueron escribiendo en el grupo para avisar que todo bien. Jazmín, que había llegado veinte minutos antes que Ariana, también le había mandado un mensaje privado para avisarle.
Como Ariana se la pasó “durmiendo” durante la última parte del viaje, apenas ahora tenía tiempo de contestar tanto a Jazmín como a los demás del grupo.
Al abrir WhatsApp, Ariana notó de nuevo el mensaje de Esteban, enviado hacía más de una hora.
[Ya llegué a Residencial Los Arcos. Maneja con cuidado en la noche, cuídate.]
Residencial Los Arcos. Ella sabía dónde estaba, aunque nunca había ido.
Desde que se casaron, Esteban a veces pasaba la noche en Residencial Los Arcos y no volvía a casa.
Como siempre había confiado en él, nunca se le ocurrió ir a buscarlo allá para ver qué hacía.
Pero ahora, ni siquiera tenía sentido preguntarse si escondía a alguien en Residencial Los Arcos. Ya no importaba.

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