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El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 255

—¡Tan falsa!

Ariana soltó un resoplido y deslizó el dedo por la pantalla, ignorando el mensaje y abriendo el grupo de chat para avisar a todos que estaba bien.

Justo cuando apareció en el grupo, sonó su celular: era una llamada de Jazmín.

Ariana sonrió con calma, contestó y se llevó el teléfono al oído.

—¿Bueno? Jazmín, ya llegué al fraccionamiento.

—¿Ese tipo no te siguió, verdad? —preguntó Jazmín, con tono serio.

—No, para nada —respondió Ariana con tranquilidad. Al menos, en el fraccionamiento de su papá no lo había visto, aunque no tenía idea de lo que pudiera estar pasando en Residencial Senda Nueva.

Después de todo, para ese hombre cambiar de opinión era cosa de todos los días.

—Menos mal —dijo Jazmín, aliviada—. Ándale, ve a darte un regaderazo y descansa esta noche.

Ariana sabía que Jazmín tenía mil preguntas, pero por consideración, no le preguntaba nada. Eso la hacía sentir agradecida.

—Descansa tú también, que duermas bonito. ¡Buenas noches!

Después de colgar, Ariana condujo su carro de regreso a su propio departamento.

Su papá no estaba en casa, había salido a otra ciudad para un congreso académico, y no volvería hasta dentro de tres días.

La razón por la que le había dado a Carlos la dirección del departamento de su papá era porque, la última vez que él le pidió una dirección para mandarle vino, ella le había dado esa. No quería desmentirlo en su cara.

De todos modos, su casa y la de su papá estaban a unos pasos, así que no había gran diferencia.

Llegó sin problemas a Residencial Senda Nueva y, para su alivio, no se topó con Esteban.

Después de bañarse, se metió a la cama. Miró la hora: ya pasaban de las diez de la noche. Se preguntaba si Carlos ya habría llegado a su casa.

Sacó el celular, con la intención de revisar el grupo de WhatsApp, a ver si Carlos había avisado que llegó bien.

Pero antes de abrir la app, su celular empezó a sonar de nuevo.

Ariana miró la pantalla: era una llamada de Salomé Ibarra, su exsuegra.

—Hace tiempo te prometí no meterme en lo de Esteban y tú —empezó, suspirando—, pero no pude aguantarme y por eso te llamo...

—No se preocupe, señora. Si quiere decirme algo, dígalo con confianza —contestó Ariana, aunque en el fondo ya imaginaba por dónde iba la cosa.

—Esteban quiere verte para pedirte perdón en persona —explicó Salomé, con voz suave—. Por aquel asunto de hace cuatro años, cuando creyó que tú le habías tendido una trampa... Dice que no ha logrado localizarte, así que me pidió que te buscara, a ver si podías aceptar una cita con él.

Tal como lo pensó: era por ese tema.

Ariana soltó un suspiro muy leve, sin intenciones de esconder la verdad.

—Señora Salomé, en realidad ya nos vimos. Esteban ya me pidió disculpas.

—¿De veras? ¡Qué alivio!

La voz de Salomé sonó mucho más relajada, aunque enseguida adoptó un tono serio.

—Ari, aunque Esteban ya se haya disculpado, no voy a pedirte que lo perdones. Lo que te hizo no tiene excusa, y ni mil disculpas pueden compensarlo. Sea cual sea la decisión que tomes, tanto el señor Ferreira como yo vamos a apoyarte y a respetar lo que decidas.

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