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El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 278

—Perdón, de verdad no puedo ayudarte —soltó Ariana sin rodeos y, sin más palabras, cerró la puerta en seco.

La mujer se quedó fuera, con el semblante tan oscuro como una olla quemada.

Esa mujer no era otra que Celeste Encinas, la madre de Romeo.

—Señora, ¿quiere que intentemos otra cosa? —preguntó uno de los guardaespaldas de Celeste, que se mantenía a su lado.

Celeste soltó un suspiro cargado de frustración.

—¿Y qué otra cosa podríamos hacer?

Si ni su propio hermano, que era el director de una comandancia de policía, podía mover un dedo, ¿qué podía hacer ella, una señora que siempre vivió entre lujos y comodidades? ¿Acaso tenía más opciones?

No, no podía rendirse. Ariana tenía que ayudarla, tenía que convencer a Esteban de que se arrepintiera y cambiara de decisión. Si no, el Grupo Navarrete se vendría abajo y su lugar, el de su hijo y el suyo propio en la familia Navarrete, terminaría pendiendo de un hilo.

Celeste apretó los labios y le ordenó a sus guardaespaldas:

—Dejen los regalos aquí, en la puerta.

—Como usted diga, señora.

Los dos hombres acomodaron con cuidado los obsequios frente a la puerta de Ariana.

—Vámonos de aquí.

Celeste, con el ceño fruncido y el ánimo por los suelos, se dirigió al elevador.

Los guardaespaldas la siguieron de inmediato.

...

Ariana, tras cerrar la puerta, regresó al living y continuó organizando las compras que acababa de traer. Separó todo por categorías, lo acomodó en su lugar y luego se preparó un almuerzo delicioso. Terminó de comer y, satisfecha, le mandó un mensaje a Jazmín para preguntar cómo iba todo.

Unos minutos después, Jazmín respondió con pocas palabras:

[Estoy tramitando el alta, en la noche te llamo.]

Eso quería decir que todo iba saliendo bien.

Ariana dejó el celular sobre la mesa y se dirigió al estudio.

El resto de la tarde se le fue escribiendo, tecleando sin descanso hasta que cayó la noche y tuvo que dejarlo para preparar la cena.

Durante su vida anterior, hasta el día de su muerte, nadie en el exterior supo nunca de su relación con Esteban.

Ahora, en esta vida, ya había demasiada gente al tanto de ese vínculo. Carlos Gil, Liam, la doctora Bernal, todos ellos lo sabían.

Las cosas se estaban moviendo bajo la superficie. Ariana entendía que debía estar lista para adaptarse en cualquier momento.

...

Esteban había pasado toda la tarde en reuniones, sin tiempo para mirar el celular.

Al fin, al terminar su jornada, regresó a su oficina y, al desbloquear el celular, vio varias notificaciones del sistema de videovigilancia de Residencial Senda Nueva.

Había varias alertas, lo que significaba que Ariana había salido varias veces durante el día.

Con curiosidad, tomó un vaso de agua y se puso a revisar los videos de los momentos más importantes.

Cuando vio a Ariana entrando sola a su departamento, cargando una bolsa enorme y pesada, su expresión, normalmente impasible, se fue transformando. Por momentos arrugaba la frente, por momentos se relajaba.

Sintió el impulso de aparecer en el video y ayudarla con las bolsas. Sin querer, se le vino a la mente esa época de tres años en la que Ariana le cocinaba todos los días. ¿Había sido siempre así? ¿Iba al supermercado a comprar con ese mismo esmero?

Observó cómo la joven se movía de un lado a otro, llevando cosas a casa, y una sensación extraña le revolvió el pecho.

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