¿Quién sabe si en el futuro volvería a tener la oportunidad de probar algún platillo preparado por ella?
Esteban recordó cómo fue en el pasado, y no pudo evitar sentirse cruel consigo mismo. Durante esos tres años de matrimonio, se las arregló para no probar ni un solo bocado de lo que Ariana cocinaba, incluso le molestaba mirarla más de la cuenta.
En ese entonces, él pensaba que Ariana solo estaba usando la vieja táctica de “conquistar el corazón de un hombre a través de su estómago”, así que no le dio ni la menor oportunidad.
Ahora, solo en el silencio de su departamento, Esteban saboreaba ese trago amargo que sabe a “me arrepiento de lo que hice”. Aun así, continuó viendo el video que tenía frente a él.
Poco después, sus ojos –duros como el hielo– se entrecerraron con sospecha.
En la parte final de la grabación, aparecieron otras personas.
Las reconoció de inmediato. Era Celeste, la madre de Romeo, y detrás de ella venían dos hombres, ambos cargados con regalos en las manos.
El ambiente se volvió tenso. Esteban, sintiendo una corriente de molestia subirle por la espalda, terminó de ver el video sin apartar la mirada. Apenas acabó, su expresión se endureció y marcó un número en su celular.
Ese día, cuando canceló el trato con los Navarrete, les había dejado muy claro que no quería verlos de nuevo cerca de Ariana.
¿Pensaban que estaba bromeando? ¿Creían que sus palabras se las llevaba el viento?
Pues ahora no les iba a perdonar ni un poco del pasado.
Ya estaba bastante atormentado por el remordimiento de haber malinterpretado a Ariana, buscando la manera de compensarla pero sin encontrar cómo. Y justo en ese momento, los Navarrete venían a buscar problemas solitos.
Si alguien iba a salir perdiendo, tenían que ser ellos.
...
Ya cerca de las diez de la noche, Ariana por fin recibió la llamada de Jazmín.
—Ari, ¿puedes acompañarme este viernes a la fiesta de cumpleaños de la prima de Marcos?
Solo con escuchar eso, Ariana entendió que entre esos dos ya había algo más que amistad.
Sin embargo, no tenía ganas de ir a hacer el papel de estorbo.
—Mejor paso, no quiero ir de intrusa a hacer bola —respondió, medio en broma.
—Estela Montiel también va a ir ese día —soltó Jazmín.
—¿Qué? —Ariana no pudo evitar sorprenderse—. ¿Marcos invitó a Estela?
Jazmín, con ese tono de “no puede ser que no lo entiendas”, le contestó:
Ariana se quedó pensando. Si esa era la razón, podía hacerle el favor.
—Está bien, te acompaño.
—¡Eres la mejor, Ari! ¡Te adoro, muak!
Ariana no pudo evitar soltar una broma.
—Ya no andes diciendo esas cosas frente a mí, que luego el despistado del señor Gamboa se pone celoso.
Jazmín soltó una risita.
—¡Solo de recordarlo me dan ganas de reírme! Esto me va a servir para molestarlo toda la vida.
Aunque Ariana no podía ver la cara de Jazmín en ese momento, solo por el tono de su voz se notaba que algo había cambiado.
Después de aclarar las cosas con su enamorado, hasta las quejas sonaban diferentes, como si tuvieran un toque de felicidad.
Ariana, de corazón, se alegraba por su amiga.

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