José Manuel acarició en silencio la copa de vino tinto frente a él, pensativo.
Mientras le daba vueltas al asunto, no podía evitar notar lo increíblemente casual que resultaba todo. Sin embargo, ¿quién se tomaría tantas molestias para tenderle una trampa a Ariana? Y aunque fuera una trampa, al final ¿no era Ariana la que más sacaba provecho de todo esto?
Por culpa de aquel asunto de la droga, Ariana había conseguido casarse con Esteban y convertirse en la señora de los Ferreira. Aunque el matrimonio fuera secreto, al final logró lo que quería, ¿no?
—Pero entonces, ¿cuál era el objetivo de quien planeó todo eso? ¿Ayudar a Ariana a cumplir su sueño? —preguntó José Manuel, por fin dándole voz a la duda que le carcomía por dentro.
Esteban frunció el ceño. Sus ojos, ahora duros como el acero, se clavaron en José Manuel.
—¿Ayudarla a cumplir su sueño? En esa historia, Ariana fue la que más perdió. Fue la verdadera víctima.
José Manuel se mordió la lengua, dándose cuenta de que se había pasado de la raya. Si en verdad Ariana no tenía nada que ver, entonces sí, era inocente.
Aun así, sentía que Ariana, por lo menos, no había salido perdiendo.
—Perdón, retiro lo que dije —se apresuró a decir, evitando una confrontación directa. Notaba que Esteban ya estaba completamente del lado de Ariana, así que cualquier cosa que dijera sería vista con prejuicio.
—Pero dime, ¿cambiaste de opinión sobre Ariana solo porque te enteraste que ella era Stella? —José Manuel cambió de estrategia, buscando hacerlo recapacitar.
Esteban se quedó callado un momento, como si lo hubieran tocado en lo más hondo.
Él mismo se había preguntado eso antes.
Tenía que ver, sí, pero no era solo eso.
Lo que realmente le hizo dudar fue la actitud de Ariana después del divorcio. Ella sí cumplió con su palabra y se alejó de él y de la familia Ferreira, queriendo cortar todo lazo.
En cambio, él siempre pensó que Ariana estaba jugando a hacerse la difícil, que iba a aprovechar el cariño de su madre para buscar reconciliarse y regresar con él.
La vida se encargó de demostrarle que estaba equivocado.
Esteban solo le dijo que Ariana pasaba los días en casa escribiendo, pero que no sabía ni qué escribía ni dónde, porque no le interesaba.
En ese instante, José Manuel sintió que se le caía la venda de los ojos.
—¿Entonces nunca intentó ocultarte nada? ¿Fuiste tú el que decidió no saber nada de ella? —José Manuel encajó todas las piezas y llegó a esa conclusión.
Esteban asintió con un gesto triste, la voz impregnada de amargura.
—Nunca intentó ocultarme nada. Fui yo el que la juzgó desde el principio, creyendo que no valía para nada, que solo buscaba el camino fácil. Por eso, rechacé todo de ella, no quise saber nada.
José Manuel, al escuchar el tono con el que hablaba Esteban, no pudo evitar sonreír con ironía.
—Escúchate, ¿no será que ya te enamoraste de ella? —No quería admitirlo, pero al ver el remordimiento y la culpa en la cara de Esteban, ya no podía engañarse.
Lo suyo con Ariana, eso sí, ya no tenía ni pies ni cabeza.

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