El Arte de la Venganza Femenina romance Capítulo 47

El agente inmobiliario era un hombre de poco más de treinta años. Apenas vio que Ariana era una joven de poco más de veinte, vestida de manera sencilla y sola, pensó que solo perdería el tiempo. Más cuando se dio cuenta de que venía a ver un departamento de lujo, con más de ciento veinte metros cuadrados de uso, en uno de los pisos altos del mejor conjunto residencial…

Por dentro, el hombre ya suspiraba resignado, seguro de que su mañana se iría a la basura.

—Señorita Santana, este departamento de tres habitaciones y una sala que le interesa tiene excelente entrada de luz en todos sus cuartos, el balcón tiene una vista súper amplia y el lugar es cálido en invierno y fresco en verano. Le aseguro que vivir aquí es una maravilla.

El agente, a pesar de sus dudas, llevó a Ariana a recorrer cada rincón con energía y cortesía, explicando los detalles con paciencia. En ningún momento mostró desgano, aunque por dentro sentía que estaba trabajando a lo tonto.

Lo único que evitó mencionar fue el precio.

Al fin y al cabo, casi diez millones de pesos era una suma tan grande que, pensó, ni valía la pena decirla.

Ariana iba escuchando, asintiendo con la cabeza, como si de verdad le agradara lo que veía.

—Este departamento está muy bien, me lo quedo —dijo ella, sin rodeos.

El agente sonrió, dispuesto a seguirle la corriente solo por educación, pero en cuanto procesó lo que acababa de escuchar, se quedó petrificado.

—¿Perdón, señorita Santana? ¿Dijo que… que se lo queda? —balbuceó, convencido de que había entendido mal.

Ariana asintió, segura y tranquila.

—Así es, me lo quedo. Gracias por tu recomendación, quedé encantada.

El agente volvió a quedarse paralizado.

¡No podía ser!

La propiedad la había buscado justo según sus especificaciones, así que lógico que le gustara, ¡pero esto era otra cosa!

Simplemente no podía creer lo que acababa de escuchar.

—Pero… la entrada de esta propiedad nada más… —intentó decir, todavía incrédulo.

—No hay problema. Pago todo de contado —respondió Ariana con una sonrisa leve, pero que no dejaba dudas de su determinación.

El agente tuvo que pellizcarse mentalmente. ¿Había escuchado bien? ¿No estaría soñando?

Solo cuando, como si estuviera flotando, acompañó a Ariana a hacer los trámites, firmar contratos y completar todo el proceso, empezó a caerle el veinte.

¡No lo estaba soñando!

¡Casi diez millones de pesos y la muchacha lo pagó de una sola! ¡De contado!

¿Y su comisión? ¡La cantidad que iba a recibir era increíble!

¡Dios mío!

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