Resumo do capítulo Capítulo 149 do livro El CEO se Entera de Mis Mentiras de Internet
Descubra os acontecimentos mais importantes de Capítulo 149 , um capítulo repleto de surpresas no consagrado romance El CEO se Entera de Mis Mentiras. Com a escrita envolvente de Internet, esta obra-prima do gênero Triángulo amoroso continua a emocionar e surpreender a cada página.
Dormitorio de chicas.
—¡Ah... duele... Camila, más despacio...!
Raquel había regresado al dormitorio de chicas desde Villa de los Ángeles. Camila le estaba aplicando hielo en la cara.
Al ver que Raquel se quejaba de dolor, Camila maldijo: —¡Ese desgraciado de Felipe! ¿Cómo pudo golpearte así? ¿Dónde está ahora? Por cierto, Raquelita, ¿por qué volviste sola?
Cuando Camila oyó los golpes en la puerta y la abrió, se encontró con Raquel, quien tenía la mejilla hinchada y enrojecida.
Los brazos y las piernas de Raquel también estaban llenos de marcas rojas, señales evidentes de que había sido agredida.
Era tarde y Raquel había regresado sola, visiblemente lastimada.
A Camila se le estrujó el corazón.
¿Dónde estaba Felipe en ese momento?
Hace un rato, Ana había ido a buscar a Alberto, así que seguramente ya lo habrían liberado.
Raquel tembló ligeramente, alzó la mano y abrazó el cálido cuerpo de Camila. —Camila, me duele la cara... no quiero hablar.
—Está bien, no diré nada... Déjame ver dónde más te lastimaste. Ponte más pomada y mañana volverás a ser nuestra hermosa Raquelita...
Bajo la tenue luz del dormitorio, el ambiente se tornó cálido y reconfortante.
...
Gracias a los cuidados de Camila y al efecto de la pomada, al día siguiente, las marcas en la cara y el cuerpo de Raquel habían desaparecido. Su piel recuperó su tersura y blancura habitual.
Las dos se preparaban para ir al comedor cuando, de repente, Aureliano y Valentina aparecieron y les bloquearon el paso.
Camila reaccionó de inmediato, poniéndose en guardia. —¿Qué quieren?
Aureliano y Valentina se arrodillaron frente a Raquel.
Camila se quedó atónita. —Raquelita, esto...
Raquel también se sorprendió. No esperaba que Aureliano y Valentina hicieran algo así.
Aureliano y Valentina seguían arrodillados, suplicando con desesperación.
Raquel los observó fijamente. —Pónganse de pie. Llamaré a Alberto y le pediré que lo libere.
—¿De verdad? ¡Raquel, gracias!
—Sin embargo, no quiero volver a ver a Felipe. —Raquel estableció su condición.
Aureliano aceptó de inmediato. —Si el presidente Alberto lo deja en libertad, lo sacaremos del país de inmediato. No volverá a aparecer frente a ti.
Raquel asintió. —Bien.
Aureliano y Valentina le agradecieron con efusividad antes de irse.
Raquel sacó su teléfono y buscó el número de Alberto, pero no presionó el botón de llamada de inmediato.
Él la había sorprendido. ¿No era Ana su mayor debilidad? ¿Cómo pudo negarle algo a ella?
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