Resumo de Capítulo 256 – Capítulo essencial de El CEO se Entera de Mis Mentiras por Internet
O capítulo Capítulo 256 é um dos momentos mais intensos da obra El CEO se Entera de Mis Mentiras, escrita por Internet. Com elementos marcantes do gênero Triángulo amoroso, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.
Su mirada se encontró de inmediato con los ojos del hombre. Alberto sonrió con los labios finos, como si se burlara de ella.—¿No te atreves a mirarme?
¡Lo hizo a propósito!
Raquel se sonrojó profundamente.—¡No seas tan exagerado!
Se dio la vuelta para marcharse.
Pero en ese momento, su delicada muñeca fue agarrada con fuerza, y Alberto la jaló hacia él.
Su espalda, suave y esbelta, fue empujada contra la fría pared de cerámica blanca. El agua tibia comenzó a caer desde arriba, empapándola al instante. Raquel levantó las manos para apartarse del hombre frente a ella.—¿Qué estás haciendo?
El agua caía sobre el rostro impecable de Alberto, recorriendo sus perfectamente esculpidas facciones masculinas.
Desde su prominente manzana de Adán hasta su seductor cuello, y luego...
Ayyyy era una escena de belleza masculina digna de dioses griegos, bajo la ducha un festín visual sin igual.
Raquel, como si se encendiera de golpe, se sintió completamente avergonzada. Sus ojos no sabían hacia dónde mirar, llena de pánico y evasión.
Alberto la presionó contra la pared, sus labios finos curvados en una sonrisa burlona.—¿Tan avergonzada? ¿Acaso en mi cuerpo hay algo que no hayas visto ya?
Raquel no había esperado que él la jalaría hacia dentro. Aquella noche, cuando él estaba bajo los efectos de la droga, todo fue un sueño confuso, pero ahora él estaba completamente consciente.
Nunca había estado con él en estado de lucidez.
Mucho menos compartido una ducha.
—¡Alberto, suéltam por favore! ¡Quiero salir! —Raquel intentó escapar.
Pero Alberto no la dejaría huir. Extendió la mano y colocó algo en su cabello.
Había un espejo pequeño. Raquel miró rápidamente y vio que él había colocado un pequeño broche amarillo en su cabello.
Pronto, añadió otro de color rosa, y luego uno verde...
Raquel se quedó sorprendida. Esos broches de colores eran los que ella y Camila, junto con Laura, habían visto cuando salieron de compras. Ella había querido comprar algunos, pero Nahia la había interrumpido.
¡Él había comprado esos broches de colores!
Alberto la observaba mientras su largo cabello negro ya estaba empapado, su rostro claro y etéreo, con facciones perfectas que combinaban a la perfección con su figura. Realmente era hermosa.
Raquelita se sonrojo como si fuera a incendiarse. El rubor tfue intenso. Extendió la mano y cubrió sus labios, con una mirada inocente, pero ahora algo traviesa. —¡No sigas diciendo eso!
Alberto apartó su mano, la presionó contra la pared, y su torso alto y firme se inclinó hacia ella, ajustándose a su altura. —Entonces, ¿te gustó aquella noche?
Raquel luchó para zafarse. Quería taparle la boca, ¡no quería que siguiera preguntando!
Alberto la miraba con una intensidad abrasadora, y de un solo movimiento, sus labios cubrieron los de ella con un beso apasionado.—Esa noche... me gustó mucho.
Dijo que le había gustado.
No que no le hubiera gustado.
Que le habia gustado.
Y gustado mucho.
Raquel miró profundamente en sus ojos, como si el agua de la primavera fluyera a través de su mirada, sintiendo que todo se volvía más intenso.
Alberto, inclinado sobre ella, la besó con fuerza.
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