El CEO se Entera de Mis Mentiras romance Capítulo 530

Camila sonríe de lado: —Esto es lo que Ana se merece, después de todos estos años disfrutando de una vida lujosa usando la identidad de Raquelita, solo ha tardado tres días en vomitarlo todo.

Raquel tiene una mirada fría, ahora solo desea vengar a su padre.

En ese momento, Raquel giró su cabeza hacia la ventana y se sorprendió al ver que muchas carreteras están bloqueadas, y preguntó confundida: —¿Por qué están cerradas las carreteras aquí?

Camila también está sorprendida: —Este es uno de los principales tramos de Solarena, nunca he visto que cierren las carreteras aquí, ¿qué ha pasado?

Alberto echó un vistazo afuera y frunció el ceño: —Todavía no sé qué está pasando.

Camila sorprendida: —jefe Alberto, usted es la persona más rica de Solarena, ¿y no sabe que las carreteras están cerradas? Esto realmente es una primera vez.

Alberto también encontró la situación extraña, sacó su celular: —Voy a llamar para preguntar.

Alberto marcó el número de Francisco.

La voz respetuosa de Francisco llegó de inmediato: —Hola, jefe.

—¿Por qué hay tantos tramos de carreteras cerrados hoy en Solarena?— preguntó Alberto.

—Jefe, también me he dado cuenta de estas situaciones especiales, no solo están cerradas las carreteras, he oído que el aeropuerto también está cerrado.

Alberto apretó los labios: —¿Por qué?

—Jefe, se dice que hoy va a llegar un gran personaje de Valle del Río a Solarena.

¿Un gran personaje de Valle del Río?

La expresión en el rostro noble de Alberto no reveló ninguna emoción: —¿Dónde está la gente de la familia Pérez ahora?

—Jefe, la gente de la familia Pérez ya está en el cementerio, le están esperando a ustedes.

La gente de la familia Pérez ya ha llegado, esta vez están muy activos y era bastante inusual.

—Entendido.

...

Pronto, el carro de lujo se detuvo en el cementerio, Raquel bajó del carro y descubrió que empezó a llover.

Un suave y fino aguacero comenzó a caer del cielo, salpicando su cara, acompañado por el frío del invierno, haciéndola sentir muy fría.

En ese momento, un paraguas apareció sobre su cabeza, Raquel levantó la vista y vio que Alberto estaba sosteniendo un paraguas negro sobre su cabeza.

La fina lluvia golpeó el paraguas, formando gotas de agua que cayeron en el barro.

Alberto, alto y de piernas largas, se paró a su lado: —Raquelita, todos ellos han llegado, vamos.

Raquel levantó la vista y los vio a todos.

Los miembros de la familia Pérez, ni uno menos.