El CEO se Entera de Mis Mentiras romance Capítulo 559

Raquel asintió: —Sí, puedo desintoxicar a Ana.

Víctor: —Eso es maravilloso.

—Pero,— Raquel miró a Víctor: —necesito algo para realizar la desintoxicación.

—¿Qué necesitas? Lo mandaré a buscar inmediatamente.

Raquel sonrió ligeramente: —Necesito la sangre del familiar más cercano de Ana para preparar el antídoto.

¿La sangre del familiar más cercano?

La cara de María cambió de color de repente.

Víctor respondió: —Yo soy su padre, ella es mi hija biológica, ¡usa mi sangre!

—¡No!— En ese momento María gritó: —¡No puedes usar la sangre del jefe Víctor!

Raquel miró a María, observando su rostro aterrorizado: —¿Por qué no? ¿No quieres salvar a Ana?

Ahora Raquel la estaba mirando, Víctor también, y María de repente se dio cuenta de que había perdido la compostura.

No se puede usar la sangre de Víctor, si se usa, el origen de Ana sería delatado.

María respondió: —Jefe Víctor, su salud es demasiado valiosa, no podemos usar su sangre, Raquel, dudo de tus habilidades médicas, ¿por qué necesitas la sangre del jefe Víctor? Sospecho que quieres hacerle daño al jefe Víctor y a Anita.

Raquel quedó sin palabras: —Esta es la única manera que tengo de salvar a Ana, si ustedes me sospechan, entonces me iré ahora mismo.

Víctor la detuvo: —Raquel, confío en ti, usa mi sangre.

—¡No! Jefe Víctor, no puedes usar tu sangre. ¡Raquel, usa mi sangre!

Raquel miró a María: —¿De qué sirve usar tu sangre? Ana no es tu hija biológica, necesito la sangre del familiar más cercano de Ana.

La mirada de María vaciló, ella no se atrevió a hablar más.

Víctor lanzó apresuradamente: —Raquel, usa mi sangre.

Raquel asintió: —Está bien, jefe Víctor, remángate, voy a buscar una jeringa para extraer la sangre.

Las pupilas de Alberto se contrajeron, había imaginado innumerables posibilidades en el camino; Ana es la hija de Víctor y, conociendo el carácter protector de Víctor, no sabía cómo podría haber lastimado a Raquel.

Pensó que Víctor podría herirla, pero ahora Víctor estaba abrazándola, lo que lo dejó asombrado.

Alberto avanzó con paso largo: —¿Qué están haciendo?

Alberto extendió su dedo articulado y agarró el delicado brazo de Raquel, intentando llevársela.

Pero Víctor agarró el otro brazo delicado de Raquel, manteniéndola con él.

Ambos hombres tiraban de Raquel al mismo tiempo.

Alberto levantó la mirada hacia Víctor: —Don Víctor, ¡suéltenla, por favor!

Víctor, con una sonrisa, preguntó burlón: —Alberto, ¿y si no la suelto?

Alberto sintió que la ira se disparaba hacia su cerebro: —Don Víctor, ¿qué intenta hacer? ¡Raquel tiene la misma edad que Ana!