El CEO se Entera de Mis Mentiras romance Capítulo 561

Víctor se siente impotente.

Raquel también se encontraba experimentando una cierta impotencia. ¿Cómo no se había percatado antes de la tendencia de Alberto a ser celoso?

Raquel observó a Alberto y le advirtió con seriedad: —Jefe Alberto, tenga en cuenta que él es su futuro suegro, y ya lo ha ofendido sin siquiera estar casado. ¿Todavía desea casarse con su hija?

Alberto negó: —No, no quiero.

Raquel sonrió astutamente: —Espero que en el futuro pueda mantener esa decisión.

Alberto intentó responder, pero Raquel se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta: —Jefe Víctor, procederé a tomarle la muestra de sangre.

Víctor entró en la habitación: —Está bien.

Pax llegó con el botiquín médico. Víctor tomó asiento en una silla y se remanga la camisa.

Raquel preparó una jeringa y comenzó el procedimiento para extraer la sangre.

Alberto interrogó: —Raquelita, ¿para qué necesitas la sangre?

Raquel explicó: —Ana ha sido envenenada. Necesitamos la sangre del pariente más cercano para elaborar el antídoto y, dado que el jefe Víctor es el padre de Ana, su sangre es imprescindible.

Alberto se extrañó: —¿Cómo es posible que Ana haya sido envenenada de repente?

Raquel respondió con seriedad: —Desconozco los detalles.

Víctor afirmó: —Me ocuparé de que este asunto se investigue meticulosamente.

Fuera de la habitación, María escuchó todo a escondidas y, al percatarse de que Raquel realmente ha extraído sangre de Víctor, comenzó a entrar en pánico.

¿Qué debería hacer ahora?

Con la sangre de Víctor, la verdad estaba a punto de ser revelada.

Si se descubre el origen de Ana, las consecuencias serían inimaginables.

En ese momento, Alejandro se aproximó: —¿Qué haces aquí?

María se sobresaltó: —No estoy haciendo nada.

Raquel estaba en su habitación preparando el antídoto cuando su teléfono sonó. Era Camila quien llamaba.

Se levantó y salió de la habitación para contestar: —Hola, Camila.

—Raquelita, ¿cómo te va en casa de los Pérez? ¿Alguien te ha causado problemas?

Raquel, de pie en el pasillo exterior, respondió: —Todo va bien, Camila, nadie me molesta aquí.

—Me alegra oír eso.

—Camila, necesito pedirte un favor.

—Dime, Raquelita, ¿qué necesitas?

—En mi apartamento tengo un ingrediente esencial, el azafrán silvestre. ¿Podrías traérmelo a casa Pérez? Ahorita no puedo salir.

—Claro, no hay problema. Yo me encargo.

—De veras mucha gracias, Camila.