Resumo de Capítulo 641 – Capítulo essencial de El CEO se Entera de Mis Mentiras por Internet
O capítulo Capítulo 641 é um dos momentos mais intensos da obra El CEO se Entera de Mis Mentiras, escrita por Internet. Com elementos marcantes do gênero Triángulo amoroso, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.
Él ya había visto a Raquel hace muchos años.
Ana no podía creerlo, no quería creerlo, y gritó a todo pulmón: —No, eso no es verdad, Raquel, ¿me estás engañando, no es así?
Raquel miró a Ana y, divertida, le dijo: —Señorita Ana, ahora eres la hija del hombre más rico del mundo, por lo tanto deberías cuidar tus modales y educación. Mira cómo te estás comportando como una loca, ¿no crees que estás siendo demasiado sarcástica y amarga?
Ana quedó petrificada.
En ese preciso momento, las miradas de los que estaban alrededor se posaron justo sobre Ana y comenzaron a murmurar: —¿Será que la señorita Ana tiene algún problema con Jolanda? Parece que está celosa.
—La señorita Ana solo tuvo la suerte de nacer en una buena familia y convertirse en la hija del hombre más rico del mundo, pero Jolanda es excelente; la señorita Ana no puede compararse para nada con ella.
—La señorita Ana no está a la altura de Jolanda y, tampoco es tan bonita. Es precisamente al compararlas que se ve la gran diferencia. Así que entiendo por qué ha perdido la cabeza: está celosa.
—La señorita Ana no tiene por qué actuar e esa manera. Uno debe ser generoso y noble, de lo contrario pierde categoría. ¡Ahora representa a la familia Barroso y no puede avergonzar por nada del mundo a su familia!
Mientras todos comentaban sobre Ana, su rostro palideció.
Sin pensarlo, Elena dijo furiosa: —Raquel, ¿por qué no dijiste antes que eras Jolanda? ¡Lo hiciste solo para hacernos quedar en ridículo! ¡Eres de veras terrible!
Raquel se quedó algo sin palabras. Miró a Elena y dijo: —Fueron ustedes quienes insistieron en echarme del lugar. Si no respondiera, ¿no los decepcionaría? Y además, Elena, tú ni siquiera tenías derecho a participar en esta cumbre, ¿no es así? ¡Tú entraste aquí colándote con Ana!
Elena se quedó rígida; en efecto, había entrado acompañando a Ana.
En ese instante, el organizador dijo: —Señorita Elena, en nuestra cumbre solo pueden participar personas calificadas, así que por favor, retírese de inmediato.
El organizador expulsó enseguida a Elena.
Elena nunca imaginó que no solo no habían podido echar a Raquel, sino que además ella misma terminaría siendo la expulsada.
En medio de la multitud, Elena vio de reojo a aquel hombre alto y apuesto que antes le había agregado a WhatsApp. El hombre alto y apuesto la miró de arriba abajo, y en sus ojos se reflejaba un leve desprecio.
El hombre que al principio la admiraba, ahora la despreciaba.
Elena apretó furiosa los puños.—¡Raquel, tú...!
Raquel sonrió satisfecha y dijo: —Organizadores, me parece que la señorita Elena no quiere irse por su cuenta. Entonces no creen que, ¿podrían ustedes acompañarla a la salida?
El organizador anunció con entusiasmo: —Estimados invitados, la Cumbre de la Cima continúa.
Numerosas personas se acercaron a Raquel.—Señorita Jolanda, por fin la conocemos. Hemos oído hablar grandes cosas de usted. Es un honor para nosotros.
Raquel saludó con cortesía.
Sin pensarlo, Alberto se acercó a Raquel.—Raquelita, no imaginaba que tú eras Jolanda.
Raquel alzó sus cejas arqueadas.—Jefe Alberto, ya te lo dije antes, no necesito tu ayuda. Yo podía entrar por mi cuenta.
Alberto esbozó una linda sonrisa. Efectivamente, ella podía. No necesitaba depender de ningún hombre para ingresar; ella misma representaba a una familia poderosa de la alta sociedad.
Alberto extendió efusivo su mano.—Jolanda, un placer.
Raquel también extendió la suya y le estrechó la mano con elegancia.—Jefe Alberto, mucho gusto.
Bajo la brillante iluminación, al ver a los dos estrecharse con cariño la mano, Ana apretó tanto los dientes que casi se los rompió. Ahora, Raquel era el centro de toda la atención. Alberto y todos los presentes la rodeaban como diosa, mientras que ella, Ana, era simplemente tratada como si no existiera. Había sido ignorada por completo.
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