El CEO se Entera de Mis Mentiras romance Capítulo 667

Ana se sentó en el sofá y empezó a pensar con calma qué debía hacer ahora.

Nysa había desaparecido, y Alberto quizás ya lo sabía. En ese preciso momento, probablemente estaba con Raquel, y los dos planeaban unirse para enfrentarse a ella.

Ana en realidad no podía aceptarlo. No quería perder una oportunidad tan buena como esta. ¡Tenía que lograr que Raquel desapareciera!

Ana sacó apresurada su celular y le envió un mensaje de texto a Raquel.

En ese momento, Raquel estaba en la oficina de Alberto en el Grupo Díaz, y su teléfono sonó.

Raquel echó un rápido vistazo; era un número desconocido el que le había enviado el mensaje: —Si quieres que tu hija siga con vida, ve a un lugar donde no haya nadie y contesta mi llamada. Recuerda: si una segunda persona se entera, tu hija morirá en el acto.

El corazón de Raquel dio un giro repentino. Esos secuestradores al final habían enviado un mensaje.

A lo que más le tenía miedo era que no se movieran. Mientras hicieran algún movimiento, seguro que dejarían alguna pista.

Ese número de teléfono había sido generado por una red virtual. Esos secuestradores eran muy cuidadosos.

Alberto estaba sentado en su silla de oficina. Escuchó el sonido del mensaje de texto y levantó la vista hacia Raquel. —Tu teléfono sonó. ¿Quién te mandó el mensaje?

No debía saberlo una segunda persona.

Raquel levantó nerviosa el celular. —Camila me mandó un mensaje.

Alberto agacho la cabeza.

En ese preciso momento, Francisco entró y reportó en un tono de voz baja: —Jefe, las personas que enviamos aún no han encontrado rastro alguno de Bethra ni de la señora Nysa. Pero esta mala noticia, al mismo tiempo, es una buena noticia: esos secuestradores tal vez no se atreven a actuar de manera precipitada. Bethra y la señora Nysa están temporalmente a salvo.

Alberto pensaba lo mismo. Sacó el mapa. —Ustedes continúen buscando en estas zonas...

Al ver que Alberto y Francisco estaban estudiando cuidadosos el plan, Raquel se levantó y salió.

En un rincón apartado, el celular de Raquel sonó. Era una llamada de los secuestradores.

Raquel contestó al instante. —¿Hola? ¿Quién eres tú? ¿Mi hija y la señora Nysa están en manos de ustedes? ¿Por qué las capturaron?

Muy pronto, del otro lado línea llegó una voz mecanizada y un poco distorsionada: —Así es. Tu hija y la señora Nysa están efectivamente en mis manos.

Raquel apretó con fuerza el teléfono. —¿Dónde está mi hija? Quiero escuchar la voz de mi hija.

Raquel dijo: —Habla de una vez por todas.

—Ve ahora mismo a la bodega privada. En ese lugar se está celebrando una fiesta salvaje.

Ese secuestrador incluso le pedía que fuera a una fiesta salvaje.

Raquel sonrió con sarcasmo: —Puedo ir, pero debes asegurarte de que mi hija y la señora Nysa estén seguras.

—No te preocupes. Mientras obedezcas, tu hija y la señora Nysa estarán bien. Pero si no obedeces, tu hija y la señora Nysa sufrirán. Recuerda muy bien esto: no quiero que ninguna segunda persona se entere de todo esto. Si lo hace, atente a las consecuencias.

El teléfono fue colgado del otro lado.

Raquel apretó con fuerza el teléfono. ¿Qué secretos escondía esa bodega privada? Por Bethra y Nysa, tenía que ir.

No podía permitir que Alberto se enterara de esta situación.

Raquel volvió a la oficina. —Jefe Alberto, Camila me busca. Voy a salir un momento.