Marisa apretó los labios y sacó su celular.
—Lo tenía en silencio, no escuché nada. Acabo de salir a la azotea a tomar aire —explicó, bajando la voz.
Las dos mujeres estaban sumidas en sus propios pensamientos. Sabrina dudaba si debía contarle o no a Marisa que había visto a Rubén tomando con una mujer joven en el salón VIP. Por su parte, Marisa no dejaba de preguntarse si debía preguntarle a Sabrina cuál era su verdadera relación con Claudio. ¿Acaso esos dos planeaban mantener su romance en secreto? Ambas esperaban que la otra hablara primero, pero el silencio se extendió entre ellas como una sábana pesada.
De pronto, la pantalla del celular de Marisa se iluminó rompiendo el ambiente incómodo. Era una llamada entrante de Rubén. Al recordar la imagen de Rubén abrazado por otra mujer, Marisa sintió un ligero temblor en el párpado. Contestó la llamada. El ruido del fondo en el salón era tan fuerte que apenas lograba distinguir la voz de Rubén, que sonaba más grave de lo habitual y, además, con un dejo de borrachera.
—Señora Olmo... tomé un poco —balbuceó Rubén, notoriamente despacio.
Marisa cubrió el micrófono con la mano y murmuró para sí:
—No tomes tanto.
Sabía lo mal que hacía el exceso de alcohol.
Del otro lado, Rubén levantó la voz:
—Señora Olmo, ven por mí. Regresemos juntos a casa.
Marisa no supo si era su imaginación, pero le pareció que Rubén le estaba hablando en tono de niño consentido. De cualquier modo, como señora Olmo, ir a recoger a Rubén cuando se pasaba de copas formaba parte de sus obligaciones. Le preguntó en qué salón estaba y, tras colgar, se acercó a Sabrina y le susurró al oído:
—Hermana, Rubén se pasó de copas. Voy a recogerlo y de ahí me voy directo a casa, no regreso para acá.
Sabrina asintió de inmediato, pero enseguida titubeó y tomó la mano de Marisa. Recordó lo que había visto antes en el salón VIP y pensó que debía advertirle.
—Marisa, mira... Cuando los hombres vienen a estos lugares a platicar de negocios, es normal que haya chicas modelando y tomando con ellos para animar el ambiente —le soltó, visiblemente incómoda.
Marisa soltó una risa ligera.



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