El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 224

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Cristian se encogió de hombros y, tras juntar sus cosas, se dispuso a salir del lugar.

—Yo ni loco me quedo a ver este show. Cuando el señor Olmo despierte y pregunte, solo digan que yo me fui desde temprano.

No tenía la menor intención de involucrarse en ese lío.

Gonzalo lo miró con desprecio.

—Míralo nada más, qué gallina.

Cristian prefería mantenerse al margen. Esta noche Gonzalo se burlaba de él, pero seguro que otro día sería Gonzalo quien saldría huyendo como ratón asustado.

Marisa alzó la mirada y buscó a Rubén con los ojos.

A su lado estaba sentada una mujer que, si no se equivocaba, se llamaba Tania.

La misma que le había abierto la puerta hacía un momento, probablemente confundiéndola con una nueva empleada del lugar.

Tania la observó con una chispa de desafío en la mirada.

Ya llevaba un buen tiempo trabajando en Club Nocturno Estrella, así que había escuchado varias historias sobre el señor Olmo.

Decían que el señor Olmo nunca permitía que las modelos del club se le acercaran, y mucho menos que bebieran con él. Pero esa noche, ahí estaba ella, rompiendo la costumbre y compartiendo unos tragos a su lado.

Para Tania, los matrimonios de ricos solo conservaban una armonía de fachada. Si había logrado que el señor Olmo hiciera una excepción esa noche, podría ganarse un lugar permanente a su lado.

Su mirada se llenó de una mezcla de reto y ambición.

Se levantó y, decidida, fue a tomar del brazo al ebrio Rubén.

Pero antes de tocarlo, él la apartó sin miramientos.

—No quiero que me ayudes tú. Quiero que sea la señora Olmo quien me ayude.

Marisa, sorprendida en la puerta, tardó un momento en reaccionar antes de caminar hacia Rubén.

Sin dudarlo, lo tomó del brazo.

Rubén, sin pudor alguno, dejó caer todo su peso sobre ella, confiando completamente en su apoyo.

Las luces de todos los colores parpadeaban en la sala privada, y Rubén se inclinó hacia Marisa, bajando la cabeza y sonriendo mientras ella lo sostenía.