El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 252

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Noelia se sentía como un perro callejero, uno de esos que deambulan por las calles sin que nadie los quiera.

La familia Loredo la ignoraba, la familia Juárez la rechazaba.

Su cuerpo, cubierto de graves quemaduras, le dolía tan solo con apretar el celular entre sus manos.

Pero, por más que le dolieran las heridas en la piel, ese dolor no se comparaba con el que sentía en el corazón.

Noelia no solo era la rechazada de ambas familias, sino que además había perdido la dignidad frente a Marisa, su eterna rival.

Eso era peor que la muerte.

Marisa la miró de reojo, notando que Noelia estaba a punto de desmayarse de la rabia, pero igual seguía ahí, aferrándose a su orgullo como si nada hubiera pasado.

—Cuando logre embarazarme otra vez de alguien de la familia Loredo, ellos volverán a consentirme. Y la familia Juárez me va a adorar todavía más.

Marisa bajó la mirada y su voz se llenó de desdén.

—Noelia, ¿de verdad no te das cuenta de lo patética que eres?

La desgracia de Noelia venía de su dependencia hacia los Loredo, de vivir suplicando por el cariño de esa familia, y de usar ese supuesto amor para buscar la aprobación de su propia familia.

Era una situación completamente retorcida.

A los ojos de Marisa, Noelia no era una tonta.

De hecho, ella había sido lo suficientemente lista para descubrir antes que nadie que el que se presentaría no era Nicolás Loredo, sino Samuel.

Pero, aun así, era necia. A pesar de saber lo que se avecinaba, prefería seguir engañándose a sí misma.

Si Noelia se hubiera detenido a pensar un poco, habría entendido que los Loredo estaban dispuestos a hacer algo así solo por el niño.

Un niño es lo que importa, da igual quién lo traiga al mundo.

Nadie puede estar embarazada toda la vida, y ese hijo, viva o muera, no iba a cambiar el destino de Noelia.

—Noelia, uno no puede pasarse la vida viviendo en fantasías y pretendiendo que todo está bien. Si no eres capaz de superar el dolor de ahora, solo te espera más sufrimiento después.

Noelia levantó la cabeza con terquedad, y aunque tenía el cuerpo hecho un desastre, la rebeldía se le notaba en los ojos.