El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 346

Claudio estaba tan apurado por encontrar a Sabrina que, por un momento, se olvidó de que Rubén y Marisa seguían en el hospital.

Sin pensarlo mucho, subió a Margarita al carro y salió de inmediato.

Ya en camino, cuando recordó el asunto de Rubén y Marisa, pensó que pedirle a Margarita que se bajara sería demasiado obvio y forzado.

Por suerte, la empresa no quedaba lejos del hospital; en menos de veinte minutos ya estaban ahí.

Antes de bajarse, Claudio le dio una instrucción rápida:

—Espérame aquí en el carro, no tardo.

Margarita llevaba hoy un conjunto negro, formal y elegante, muy de oficina.

Las medias transparentes resaltaban sus piernas largas, y en su rostro mantenía una sonrisa impecable, de esas que quedan bien en cualquier situación.

Mientras Claudio se alejaba apurado, ella le respondió con cortesía:

—Señor Cano, yo también tengo pendiente algo de trabajo. Me quedo aquí, no se preocupe.

...

Por otro lado, Sabrina acababa de recibir los resultados de su chequeo. Todo estaba bien, así que solo le programaron una nueva cita para la próxima semana.

Justo cuando salía, Yolanda terminó su llamada. Las dos caminaron juntas hacia el estacionamiento subterráneo.

Al llegar, Sabrina identificó su carro de inmediato, pero se sorprendió al ver que, justo al lado, había otro vehículo que le resultaba vagamente familiar.

No pudo evitar mirarlo varias veces.

Había algo en ese carro que le daba la sensación de haberlo visto antes, aunque no lograba ubicar dónde.

Cuando se acercó para subirse, de repente vio que una figura femenina bajaba del auto conocido.

Esa silueta le resultaba incluso más familiar que el propio carro.

Margarita, con una sonrisa relajada y los ojos entrecerrados, se acercó y saludó con total naturalidad.

—Señorita Castillo, ¡qué coincidencia encontrarnos aquí!

Sabrina entornó los ojos, tratando de recordar.