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El Día que Murió Nuestra Hija, Él le Puso el Anillo a Otra romance Capítulo 6

Pasaron tres semanas.

Tres semanas de una paz tensa y frágil.

Alejandra se había sumergido en los libros, creando una fortaleza de horarios y disciplina. Se levantaba al amanecer, estudiaba hasta el mediodía, comía sola en la cocina y pasaba las tardes en la biblioteca, devorando textos de química, biología y cálculo.

Había trazado una línea invisible en la mansión. Evitaba a Ricardo con una precisión casi militar, aprendiendo los horarios de sus entradas y salidas, desapareciendo por los pasillos si oía su voz.

Él, por su parte, la ignoraba con una hostilidad gélida. Para Ricardo, ella se había convertido en un mueble molesto, un recordatorio de su humillación frente a su abuelo. La tregua era precaria, pero le servía a Alejandra. Necesitaba tiempo.

Un martes, sin embargo, la atmósfera de la casa cambió.

El personal, normalmente discreto y eficiente, susurraba en las esquinas. Había una agitación en el aire, una mezcla de excitación y nerviosismo. Se pulía la platería que rara vez se usaba, se colocaban arreglos florales frescos en cada habitación.

La razón de tanto revuelo no tardó en llegar a oídos de Alejandra a través de una de las empleadas más jóvenes.

Natalia Fuentes llegaba ese día.

La aclamada chef, la amiga de la infancia de Ricardo, la luz de sus ojos. Recién regresada de un prestigioso curso de alta cocina en París, se quedaría en la mansión como invitada de honor de Ricardo por tiempo indefinido.

Alejandra sintió un nudo de hielo formándose en su estómago. La serpiente estaba a punto de entrar en el jardín.

Estaba en su habitación, intentando concentrarse en una ecuación diferencial, cuando escuchó el sonido de un auto de lujo llegando por el camino de grava.

Se asomó por la ventana. Un convertible negro se detuvo frente a la entrada principal. El chofer se apresuró a abrir la puerta y de ella emergió Natalia.

Era exactamente como la recordaba. La imagen de la elegancia y la sofisticación. Un vestido de diseñador que parecía sencillo pero que costaba una fortuna, gafas de sol de marca y una sonrisa radiante.

En la puerta la esperaban los primos de Ricardo: Sofía y Mateo Estevez. Dos parásitos de la alta sociedad, cuya única habilidad era adular al poderoso.

Capítulo 6 1

Capítulo 6 2

Capítulo 6 3

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