La humillación fue un golpe visible en el rostro de Sofía.
No solo Alejandra había rechazado el regalo, sino que la había tratado como a una niña ignorante, dándole una lección de dermatología frente a todos. ¡A ella! ¡Una Estevez!
El rostro de Sofía pasó del rojo de la vergüenza al púrpura de la ira.
—¡¿Cómo te atreves?!
Se levantó de un salto, haciendo que su silla chirriara contra la piedra de la terraza. Le arrebató la caja de las manos a Natalia antes de que esta pudiera reaccionar.
—¡No seas ridícula! ¡Lo único que tienes es envidia! ¡Envidia porque Natalia es elegante y generosa y tú no eres nada!
Apretó la caja contra su pecho como si fuera un tesoro.
—¡Pues yo sí lo usaré! ¡Y mañana, cuando mi piel luzca perfecta, verás lo increíble que es y lo tonta que te verás con tus advertencias de sabelotodo!
Natalia extendió una mano, su rostro una máscara de falsa preocupación.
—Sofía, querida, quizás no deberías… Alejandra solo intentaba…
Pero la débil protesta fue ahogada por una sonrisa casi imperceptible que jugó en sus labios. Su plan B, siempre tuvo un plan B, estaba funcionando a la perfección.
Ricardo, que había observado toda la escena con creciente irritación, finalmente intervino. Su ira, sin embargo, no estaba dirigida a Sofía por su arrebato, ni a Natalia por el incidente. Estaba dirigida a Alejandra.
—Ya basta, Alejandra. Deja de ser tan dramática.
Su voz era dura, cortante. Se había puesto de pie, un gigante de furia contenida.
—Has arruinado una tarde perfectamente agradable con tus aires de víctima. Discúlpate con Natalia por rechazar su amabilidad y con tu prima por insultarla. Ahora.
Con una sonrisa de suficiencia, abrió la lujosa caja. Sacó el pesado frasco de cristal y desenroscó la tapa dorada. El aroma caro y exótico llenó el baño de mármol.
Se aplicó la crema generosamente por todo el rostro y el cuello, masajeándola con movimientos circulares.
Sacó su teléfono y le envió un mensaje de texto a Natalia.
"¡Ya me lo puse! Se siente increíble, como seda líquida. Mañana Alejandra se morirá de envidia cuando me vea. 😉"
Natalia leyó el mensaje en la oscuridad de su propia habitación.
Una sonrisa genuina, fría y triunfante, se dibujó en su rostro.
Apagó la pantalla de su teléfono.

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Hasta ahora esta muy interesante...