Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 144

Resultó que Sebastián se había quedado mirándola fijamente, como si nunca antes la hubiera visto en su vida.

—Si tienes algo que decir, suéltalo de una vez antes de que te atores.

—Lo planeaste todo desde el principio, ¿no es cierto, Sofía? —Le soltó Sebastián sin filtro alguno, esbozando una sonrisa sarcástica—. ¡Esta vez me agarraste desprevenido!

Su voz se tornó áspera: —¿Por qué no me avisaste con tiempo?

—Claro que te avisé, pero no me creíste. Hasta estabas dispuesto a soltar dinero para que Valentina te echara una mano. En serio jamás pensé que pudieras ser tan ingenuo.

Sebastián intentó decir algo: —Tú...

—¿Qué? ¿La verdad te molesta y no la quieres aceptar? —La expresión de Sofía se endureció de golpe—. Valentina dijo que íbamos cuesta abajo, que vivíamos como miserables ratas en una alcantarilla. Cuando la escuchaste, ¿acaso pensaste que no estaba tan equivocada?

Sebastián estuvo a punto de defenderse en ese momento, pero las palabras se le atoraron en la garganta.

La verdad tenía que admitirlo: tal como había dicho Sofía, él realmente había pensado que Valentina tenía algo de razón.

¡Pero ahora se sentía arrepentido y avergonzado de haber tenido esos estúpidos pensamientos!

Sin haber tocado fondo de verdad, ¿cómo se le había ocurrido rendirse tan fácilmente?

¡Sebastián cerró los puños con fuerza!

Por primera vez reconocía que era demasiado inmaduro, que no aguantaba ni la más mínima presión.

—A ver, cuéntame qué estás pensando ahora —le dijo con seriedad Sofía.

Sebastián relajó un poco los puños.

—¿Acaso en qué más puedo pensar? Supongo que tendré que ponerte en un pedestal y adorarte como a una santa.

Sofía hizo una pelotita de papel y se la aventó furiosa,

—Habla como la gente normal.

Sebastián apartó la pelotita de un manotazo.

—¡¿Y acaso tú sí estás hablando como la gente normal?! ¡Me acabas de lanzar algo!

—Ay, por favor...

—Está bien, acepto que me dejé llevar. Como sea, esto no va a volver a pasar.

Después de decir esto, Sebastián evitó mirarla. Era extraño verlo tan incómodo.

Él era un tipo muy astuto; había aprendido de este tropezón y no volvería a meter la pata. Por muy fuerte que fuera, todavía era bastante joven. Solo con más experiencia llegaría a ser un hombre más centrado. Sofía también estaba en constante evolución en este difícil proceso.

Así que decidió cambiar de tema.

Sofía lo motivó.

—Cuando termine de blindar el sistema de seguridad, esa va a ser nuestra fortaleza. Sin preocupaciones por lo que pueda pasar atrás, vas a poder moverte con total libertad y sin miedo a nada.

Si Sofía tenía ese brillante plan, era imposible que algo saliera mal.

Entonces, ella le preguntó: —¿Te importo?

—¿Que me importes? ¿Ja,ja, en qué mundo vives? ¡Lo que me da terror es que me arrastres contigo!

Sofía no tuvo más remedio que suspirar.

—Además, Mateo es solo un matón a sueldo. El que realmente mueve los hilos es Diego.

El Grupo Empresarial Villareal era una bestia colosal. Sofía solo contaba con su talento tecnológico, la empresa de Sebastián había estado a punto del colapso total. Los dos juntos, frente a Diego, no eran más que una simple hormiga. Ponerle la cara iba a ser una misión casi imposible.

No había forma de liquidar a Diego como pensaban hacer con Mateo; la verdad no le harían ni un rasguño.

Sebastián solo le estaba advirtiendo a Sofía que no siguiera obsesionada con Diego, pero desde que Sofía había hablado del divorcio, él había dejado de tener sospechas.

Aunque su relación con Sofía fuera complicada, tenía muy claro que ella era de esas personas que cuando se proponen algo, lo cumplen sin falta.

Por supuesto que Sofía no se había olvidado de saldar cuentas con Diego.

—¡Sí, las tengo presente!

Después de que Sofía se fue, Joaquín se preparó para confesarle a Sebastián la verdad sobre los diez millones de dólares. Cuando lo hiciera, el vínculo entre Sofía y ellos se volvería aún más fuerte.

—¡Sebastián, tengo que decirte algo importante sobre esos diez millones de dólares!