Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 202

Diego volvió en sí de sus recuerdos. Si Sofía no lo hubiera mencionado, ya casi se habría olvidado de lo que pasó ese día. Seguramente no estaba de buen humor, y aunque ya no se acordaba por qué específicamente, al fin y al cabo, rara vez estaba de buen humor, para él había sido un día muy común.

Así que salió en el yate al mar a relajarse. Al principio disfrutaba la brisa marina, cuando de repente notó movimiento en el agua. Si no recordaba mal, Sofía llevaba ropa blanca, chapaleando desesperadamente en el agua. Se veía que tenía muchas ganas de vivir, pero ya no tenía fuerzas y estaba muy desesperada.

Diego no lo pensó dos veces y se tiró al mar a sacarla. Después de rescatarla del agua, ya estaba inconsciente, así que él inmediatamente le hizo primeros auxilios. Cuando la mujer abrió los ojos, vio esa mirada fría como hielo, pero que rápidamente se derritió.

En ese momento Diego sintió que había encontrado algo hermoso. Ese tesoro trajo una brisa fresca que se llevó su mal humor. Después la llevó al hospital. Como había salvado a alguien, Diego estaba de un raro buen humor ese día.

—Qué otra cosa podía hacer, no soy tan desgraciado como para quedarme sin hacer nada viendo morir a alguien frente a mí.

Diego se burló:

—¿No me digas que por eso te enamoraste de mí?

Sofía sabía que Diego despreciaba sus sentimientos, pero no lo negó.

—Sí, me enamoré de ti a primera vista.

Diego no supo qué decir.

—Te lo había dicho antes, ¿ya se te olvidó? —Sofía se sintió ridícula, Diego nunca había tomado en serio nada de lo que le había dicho.

Pero ya que estaban hablando del pasado, Diego por una vez no se hizo el desentendido, así que Sofía siguió preguntando:

—Me llevaste al hospital, ¿por qué no te fuiste directamente, por qué esperaste a que despertara?

Diego se veía asqueado.

—Porque me agarraste la mano y no la soltabas, no te la podía quitar.

—Ah, entonces era eso —Sofía entendió todo, después lo miró.

Aunque el hombre estuviera recordando el pasado, se veía como si hubiera tocado algo asqueroso. Sofía no se sintió triste.

—Todo fue pura imaginación mía.

—Apúrese.

La empleada no supo qué hacer. El hombre era guapo de una manera intimidante, tenía esa actitud arrogante de mirar a todos por encima del hombro, sin una pizca de emoción en los ojos. La mujer tenía una expresión fría, sin tristeza ni alegría. Los dos juntos eran como agua estancada, no parecía que su relación se hubiera roto, sino que nunca hubieran tenido una relación. La empleada revisó los papeles.

—¿Diego, Sofía?

La mujer asintió.

El hombre ni siquiera la miró.

La empleada ni se atrevió a preguntarles "¿están seguros?" Normalmente se encontraba con parejas que venían a divorciarse, algunas por impulso, que todavía se amaban, que tenían sentimientos. Pero hoy no tuvo esa sensación para nada, porque el hombre era demasiado frío y a la mujer ya no le importaba, así que entre más pronto se divorciaran, más pronto se liberarían los dos.

La empleada les dio la solicitud de divorcio a los dos. Sofía la llenó rápidamente. Diego la miró, después escribió su nombre. Cuando la empleada recogió la solicitud y el certificado de matrimonio, el proceso de divorcio solo tenía un paso más: hacer el certificado de divorcio. Era cuestión de unos minutos. Los dos esperaron en silencio.

No sabía por qué, pero Diego otra vez se acordó de lo que pasó en el aeropuerto, después de que Sofía se volvió loca pegándole y mordiéndolo, frenó en seco, y antes de que él pudiera reaccionar, ya se había bajado del auto.