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Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 231

Sofía ya se había acostumbrado a tratar con Alejandro, pero lo que él decía seguía sorprendiéndola.

Hasta ese momento, ella no lo había mirado, pero ante el asombro, no pudo evitar voltear.

De perfil, Alejandro se veía tan atractivo; con su cuello largo y sus hombros anchos que le daban la robustez de un hombre de verdad.

Esta vez Sofía no siguió su comentario, sino que dijo:

—Señor Alejandro, siempre pensé que usted no le prestaba atención a Diego… Con perdón, pero creo que lo valora demasiado.

Él no contestó de inmediato. Volteó a verla un instante y luego miró de nuevo al frente.

Sofía continuó: —Porque siempre relaciona lo que yo hago con Diego. Señor Alejandro, lo que quiero decir es que él no es tan importante. Si ahora tuviera novio, ¿también sería para provocarlo a él? En ese caso yo seguiría girando alrededor suyo, y no lo vale. —Sonrió un poco.

—Diego ya no significa nada para mí, ahora miro hacia adelante, no me quedo en el pasado. ¿Me entiende?

No era que necesitara dar explicaciones a cualquiera, pero con Alejandro debía hacerlo. Él era su respaldo, y respecto a Diego, debía probar una y otra vez que había pasado página.

Alejandro no respondió de inmediato. En una curva, giró el volante y estacionó frente a la tienda Liquimundo.

Sofía recordó que él le había prometido un regalo por su divorcio. Seguramente se trataba de los vasos de cristal de esa tienda.

Esperó a que él bajara primero para hacerlo después. Sin embargo, escuchó su voz. —Ah, entonces lo tuyo es simplemente que te gusta contratar strippers.

Sofía se quedó muda.

Él la miró. —Entonces no debiste perderte la fiesta de Camilo.

—Señor Alejandro, yo…

—¿Quieres que te lleve ahora mismo?

—…No, señor, no hace falta.

—¿Es por mí?

—No es eso…

—¿Entonces quieres ir?

Se quedó paralizada.

Escuchó de la nada un “clic”: Alejandro abrió la puerta.

Alejandro apoyó su brazo largo en la puerta y la miró desde arriba.

—Baja.

Sofía se sorprendió muchísimo.

Obedeció al instante. Cuando se irguió, notó que la otra mano de él estaba unos centímetros sobre su cabeza, como para protegerla de un golpe accidental.

Ella lo miró impactada.

Demasiado considerado.

La cara de Alejandro no mostraba ninguna emoción; cuando sus miradas se cruzaron, ella no notó irritación, solo una calma distante.

Estaba por preguntarle algo.

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