Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 240

Sofía se parecía muchísimo a Paloma.

Manuela no respondió a ese comentario y dijo:

—Vi que publicaste el divorcio en Instagram. Me preocupé por ti y quería saber cómo estabas.

Ya que su tía había cedido un poco, Sofía siguió la corriente.

—Estoy muy bien ahora.

Manuela habló con preocupación:

—La empresa de Sebastián tuvo problemas. Como te divorciaste de Diego, él ya no puede ayudarte. Entonces, ¿qué pasará con el juego de Sebastián?

Intrigada, Sofía preguntó de la nada:

—¿Tía, lo hiciste a propósito?

—¿Qué?

—La empresa de Sebastián tuvo problemas porque Diego le ordenó a Mateo hacerlo. ¿Y ahora quieres que le pida ayuda? ¿No te parece ridículo?

Sofía añadió:

—Y además, Mateo. Ahora tú eres su madrastra, ¿y vienes a mencionarlo frente a mí? Es como darme una bofetada. No me digas que no sabes que fue obra de Mateo.

Manuela se puso seria.

—Sofía, lo hago porque me preocupo por ti. ¿Tienes que ponerte tan a la defensiva?

Sofía dijo, sonriendo:

—Si eso es lo que llamas preocuparte, entonces te lo digo claro: no lo necesito. Cada uno tiene su límite y algo que quiere proteger. Yo solo tengo a Sebastián, y lo que le pase a él también es asunto mío. No soporto verte con esa falsa preocupación.

Manuela se enfadó de verdad.

—Soy tu tía y también la de Sebastián. Yo tampoco quiero que su empresa fracase. Y además, lo hecho, hecho está. ¿De qué sirve culpar el pasado? Lo importante es resolverlo. Sí, fue Diego el que lo hizo, pero él también tiene el poder de ayudarte. ¿Por qué no recurrir a él?

Sofía le preguntó:

—¿Así que me culpas por discutir contigo? ¿Por tomarlo en serio?

—¡Sí! —respondió Manuela.

—¿Así que este era tu verdadero propósito cuando me invitaste?

Manuela, molesta por la risa, respondió:

—Mi propósito es tu bien.

Sofía preguntó:

—Tú que has trabajado en el mundo del espectáculo y en los negocios, no me digas que no conoces el carácter de Sebastián. Mi hermano no tolera ni las cosas que parecen pequeñas, es orgulloso y terco. Si permito que Valentina lo ayude, sería peor que la quiebra: lo destrozaría. La próxima vez que se encontrara con Mateo, no podría ni levantar la cabeza. ¿Sabes lo doloroso que sería para él? ¿Lo has pensado, tía?

En una mesa, un joven “disfrazado” estaba sentado, tenía la cabeza baja y revolvía su café con la cucharita.

Era Sebastián.

Escuchó cada palabra.

Le parecía irónico. Pensó que Sofía hablaba demasiado. Si fuera él, ya le habría echado el agua en la cara a Manuela.

Pero cuando se puso a pensar, se le llenaron los ojos de lágrimas hasta el punto de que no pudo aguantarse.