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Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 255

Sebastián estaba desconcertado. Sin pensarlo dos veces, jaló a Sofía de vuelta al apartamento.

—¿Quieres disculparte con él? ¿¡Y acaso tengo que disculparme con él!?

Sofía no esperaba una reacción tan fuerte, y se puso más seria.

—Por cómo reaccionas… seguro hiciste algo malo, ¿verdad?

—Yo no hice nada —respondió él.

Ella no le creyó. Tomó el celular y abrió las cámaras de seguridad.

Sebastián se quedó tieso. Pensó en quitarle el celular, pero al final no lo hizo: tarde o temprano ella lo vería. Suspiró y lo admitió.

—Alejandro no me cayó bien. Lo puse en su lugar, ¿y qué? Además, ustedes son vecinos, ¿cómo no voy a preocuparme por tu seguridad? Yo estaba aquí, soy hombre, lo asusté un poco, ¿qué tiene de malo? Me dio vibras de pervertido.

Pensó que era razonable. Estaba convencido de que no había hecho nada incorrecto.

Pero Sofía, cuando lo escuchó decir “pervertido”, se llevó una mano a la frente. Y cuando revisó la grabación, donde él había dicho cosas aún peores, no supo si ponerse pálida o roja del coraje.

Cuando la vio molesta, Sebastián alzó la voz.

—¿Y por qué te enojas tanto?

Que su hermana se enfadara por ese “pervertido” lo enojaba todavía más.

Sofía quería taparse los oídos: ¿“Hijos en primaria”? ¿“Tipo viejo”? ¿“Infiel”? ¡Y para rematar ese “¡lárgate!” con el que le había cerrado la puerta en la cara!

Cada palabra era como dinamita para su paciencia.

Muy seria, le dio una palmada en el brazo, entre incrédula y furiosa.

—¡Se llama Alejandro, es el presidente de la Corporación Sierra… y también es mi jefe!

—¿Tu jefe?… ¿Y qué? —respondió él, terco.

A ella le faltaba el aire. Tuvo que repetirse mentalmente que Sebastián era su hermano, no alguien que recogió de la calle, para calmarse un poco.

—Tenía razón… —dijo él, aunque su seguridad comenzaba a desaparecer.

Sabía que ella le había hecho un gran favor hacía un momento, y no quería hacerla enojar más.

Refunfuñando, aceptó:

—Está bien, está bien… lo admito, insulté a Alejandro sin conocerlo. Vamos a disculparnos, ¿sí?

Sofía se relajó un poco. Aun así, le dio un golpecito en la nuca.

—Sí, y piensa antes de actuar.

Sebastián apretó los dientes, irritado.

Cuando llegaron a la puerta de Alejandro, estaba un poco abierta. Él, con sus manías de limpieza, seguramente ya los había escuchado.

Sofía, que ya se esperaba la situación, llevaba fundas para sus zapatos.

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