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Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 257

Sebastián estaba furioso, convencido de que Alejandro no era más que un farsante que se hacía el inocente.

En el fondo, le recordaba un poco a Gabriel, pero no era lo mismo: él era amigo de Diego, y por eso Sofía lo rechazaba de inmediato, sin dejar que se le acercara.

Con Alejandro, la cosa era distinta.

Sofía lo respetaba, no bajaba la guardia con él, e incluso parecía preocuparse por lo que pensara. Bastaba con que se mostrara como un buen hombre para que ella le creyera.

Y eso encendía las alarmas de Sebastián.

¡Carajo!

Ella debía preocuparse solo por él, su hermano.

¿Y ese tipo qué pintaba aquí?

¿Solo porque era el jefe y le pagaba el sueldo?

Que Sofía lo trajera a disculparse lo enfurecía más.

En ese momento pensaba detener a Alejandro como fuera.

Alejandro, desde pequeño, estaba acostumbrado a lidiar con insultos: Diego lo había maltratado verbalmente toda la vida, así que las advertencias de Sebastián no lo afectaban.

Eso no significaba que tuviera paciencia con cualquiera que lo insultara; simplemente, Sebastián estaba bajo el amparo de Sofía.

Sentado, apenas levantó la mirada y dijo tranquilamente:

—Tienes razón. Me descubriste.

Sus sentimientos por Sofía los había guardado con mucho cuidado. Solo Diego lo sabía porque él mismo se lo había dicho, y de sus amigos, tal vez Carlos lo había intuido. Ni siquiera Camilo estaba seguro. Que Sebastián lo captara tan rápido demostraba que era muy astuto.

—¿O sea que solo finges? —preguntó Sebastián.

—No necesito fingir —respondió Alejandro con seriedad.

Sebastián se rio con amargura.

—Estamos solos, sé hombre y dime la verdad: ¿qué quieres de mi hermana?

Alejandro lo miró y contraatacó.

—¿Por qué te pones tan a la defensiva? ¿Soy el único interesado en tu hermana?

A Sebastián casi se le sale el nombre de Gabriel, pero se contuvo. En la puerta, él ya lo había logrado provocar, y no pensaba volver a caer.

Se obligó a mantenerse en el tema.

—Eso no te importa. Solo dime qué carajos quieres.

Alejandro respondió, sin pestañear:

—Ser tu cuñado.

—Entonces me esforzaré para que le guste alguien como yo.

El muchacho ya no podía con la rabia.

—¿Así que lo confirmas? ¿De verdad piensas seguir con esto?

—Sí —respondió Alejandro sin dudar.

Sebastián quedó sin palabras. ¿Qué podía hacer ante un tipo tan terco? ¿Y encima a quien no le podía pegar?

Alejandro lo miró de nuevo y, cuando vio su silencio, preguntó:

—¿Ya te calmaste?

—¡Mis bolas me voy a calmar! —gritó Sebastián.

Alejandro dijo en voz baja, sonriendo:

—Tu hermana tiene un carácter muy distinto al tuyo.

Por un segundo intentó imaginarse a Sofía con la misma agresividad del hermano, pero no podía.

Ella era distinta: seria, inteligente y con un carácter fuerte que se notaba a kilómetros.

Jamás la había visto derrumbarse. Siempre resolvía todo sola, sin pedir ayuda, como cuando Sebastián estuvo en problemas.

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