Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 263

Cuando Nicolás vio el resultado de la investigación, su primera reacción fue pensar que tenía que haber un error. ¿Cómo podía ser Sofía?

Que ella tuviera la capacidad de escribir un código de reparación le parecía tan absurdo que se negaba a aceptarlo. Pero la información venía directamente de un empleado del área técnica de la empresa de Sebastián; después de confirmar varias veces, resultó ser cierto: había sido Sofía.

Aun así, Nicolás no lo creía del todo y siguió investigando. Supo entonces que los empleados de la empresa de Sebastián nunca la habían visto demostrar sus habilidades técnicas en persona, pero tanto el código de reparación del servidor como el nuevo sistema de seguridad habían sido llevados a la empresa por Sofía. Los ingenieros la trataban como a una diosa, la admiraban profundamente.

A Nicolás le daban ganas de reír.

Para él, Sofía no era más que una secretaria; durante los tres años de matrimonio con Diego, había sido casi como una simple ama de casa.

¿Y ahora venían a decirle que tenía un nivel tan alto en informática? ¡Ni muerto lo creería!

Le contó todo lo que había averiguado a Diego.

—Señor Villareal, Sofía se graduó en Ciencias de la Computación en la Universidad Atlántica. ¿De verdad puede ser tan brillante?

Diego se sintió intrigado.

Antes solo lo había escuchado de boca de su abuelo, pero nunca le dio importancia. Luego Valentina también lo mencionó, y aun así no le prestó atención.

Ahora parecía que, por primera vez, estaba entendiendo bien.

Ciencias de la Computación en la Universidad Atlántica, la misma carrera que Valentina; incluso eran de la misma universidad.

Diego sintió una especie de sorpresa absurda. Apenas ahora se daba cuenta de que Sofía tenía un nivel académico tan alto.

No dijo nada, y Nicolás, creyendo que su jefe estaba tan sorprendido como él, insistió:

—Señor Villareal, quizá Sofía llevó un código ya hecho; no tiene por qué haberlo creado ella misma. Tal vez fue trabajo de algún compañero suyo de la universidad.

Diego espabiló y cerró el puño.

Ni siquiera el ambiente tranquilo podía calmarlo, porque lo que Sofía había dicho era verdad.

¡Alejandro de verdad la había ayudado!

El enojo de Diego fue tan grande que sintió una punzada en el pecho, como si el corazón le doliera con cada latido.

—¡Es Alejandro! —gritó, con toda la furia que tuvo que contener.

Después del asombro, lo que sintió Nicolás fue un profundo desprecio, incluso odio hacia Sofía.

—Señor Villareal, ¿cómo puede ser tan malvada? Ella sabe perfectamente lo mal que se lleva usted con Alejandro, y aun así fue a pedirle ayuda solo para provocarlo. ¡Quiere usar a Alejandro para vengarse de usted! ¡Señor, no puede dejar pasar esto!

Nicolás abrió los ojos, asustado.

—Señor Villareal, pensé que era como antes…

—¿El divorcio es un juego? El certificado ya está en mis manos —dijo con una voz cortante, mientras se le marcaban las venas de la frente.

Nicolás siempre lo había conocido como un hombre tranquilo, jamás con ese tono descontrolado.

—Entiendo, señor Villareal.

Así que era cierto: Sofía había tenido el descaro de divorciarse de verdad y, apenas terminada la separación, ya estaba relacionándose con Alejandro. ¡Era repugnante!

Siempre hacía lo contrario de lo que a su jefe le gustaba.

Después de todo, Diego nunca había amado a Sofía; ella misma se había arrastrado como una sombra, nadie la había obligado.

¿Y por qué? Solo porque él trataba un poco mejor a Valentina, ya habían llegado hasta un divorcio.

¿Quién se creía que era? Diego era el presidente del Grupo Empresarial Villareal, uno de los hombres más poderosos de Puerto Azul, en la cima del mundo. Casarse con él ya era lo mejor que una mujer como Sofía podía haber conseguido en su vida; debería haber sabido valorarlo, quedarse tranquila siendo ama de casa y cuidándolo con esmero. ¿Divorciarse? ¡Ridículo!

—Señor Villareal, ¿quiere que le demos una advertencia a Sofía? —preguntó Nicolás.