Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 423

Preparar la creación de una empresa de entretenimiento era un desafío, pero Sofía disfrutaba de aprender y meterse en nuevos campos. En realidad, ese tipo de retos eran su zona de confort. Aprendía rápido y, como gestora, era igual de eficiente.

Además, seguía con su trabajo de investigación. Para la mayoría de las personas, hacer dos cosas a la vez era impensable, pero para Sofía no. Ella podía manejar varios proyectos y mantenerlos todos en marcha con la misma efectividad.

—¡De acuerdo! ¡Te voy a esperar! —dijo Carter, entusiasmado.

Para él, Sofía era casi como un ángel.

En Puerto Azul, donde no conocía a nadie y desconfiaba de las agencias, que Sofía le tendiera la mano fue como encontrar refugio en medio de la tormenta.

De repente, se sintió seguro.

Ya no temía que lo volvieran a manipular o secuestrar. Aunque, por ahora, no pensaba denunciar el incidente: sabía que el tipo que lo había atacado tenía poder y conexiones. Prefería concentrarse en firmar su contrato, actuar bien y avanzar poco a poco. Si algún día lograba hacerse un nombre, ya nadie iba a poder tocarlo.

Encontrarse con Sofía había sido, sin duda, el golpe de suerte más grande de su vida.

Ella era su diosa de la fortuna.

Alejandro, sentado a un lado, observaba todo en silencio.

Desde la razón, comprendía la emoción del muchacho; pero los ojos brillantes de Carter, fijos en Sofía, le resultaban... molestos.

Con un tono seco, habló:

—En media hora empieza la película.

—¿Van al cine? —preguntó Carter, curioso.

Alejandro lo miró con una calma que imponía.

—Compré una entrada más. Vienes con nosotros.

Ante él, Carter no tenía opción; asintió de inmediato.

—De paso, nos tomas unas fotos —añadió Alejandro.

Carter parpadeó, confundido.

Sofía lo miró, sonriendo.

—¿Fotos?

—Sin tapabocas. Juntos —aclaró.

Ella entendió de inmediato y sonrió.

—De acuerdo.

Sabía que Carter tenía buen gusto para las fotos; lo había visto en su perfil.

El muchacho, sin embargo, se asustó. Miró a Sofía, luego a Alejandro, y no necesitó más para entender la situación. Por fin, con una mezcla de nervios y curiosidad, preguntó:

—¿Ustedes son...?

Alejandro le devolvió la mirada.

—No preguntes.

Carter no se atrevió a decir ni una palabra más.

Comprendió rápido: si ellos querían mantener su relación en secreto, él iba a hacer como que no sabía nada.

Sofía apenas logró contener la risa.

Cada vez que se trataba de los dos, Alejandro se adelantaba, se metía, lo resolvía todo...

No necesitaba cambiar su fondo de pantalla; las iba a guardar todas.

Sabía que, a diferencia de Camilo y Carmen, su historia con Sofía no iba a avanzar tan rápido.

Pero iban a vivir momentos únicos y recuerdos que la marcarían.

Iba a llenar su vida de tantos de esos instantes que, poco a poco, Sofía iba a dejar de pensar en Diego.

La miró y dijo suavemente:

—La película va a empezar. Vamos.

***

En otro punto del centro comercial, Isabella paseaba con su grupo de amigas.

De repente, los vio.

Sofía y Alejandro, entrando juntos a la misma sala de cine.

Al principio pensó que se había confundido, pero no había forma de equivocarse: reconocería a Alejandro en cualquier parte.

Sin decir nada, se separó del grupo y los siguió con discreción.

Desde el pasillo, mientras las luces aún no se apagaban, los vio sentados en los asientos de pareja.

Sus ojos se abrieron de par en par.

Salió corriendo del lugar, tomó el celular y, apenas Diego contestó, le gritó con una mezcla de sorpresa e indignación:

—¡Diego! ¡Con razón querías que vigilara a Sofía! ¡Está viendo una película con Alejandro! ¡Y en las sillas para dos! ¡¿Qué significa eso?! ¡No me digas que están juntos!