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Él Eligió a Otra, Yo Elegí a Su Hermano romance Capítulo 424

Isabella estaba impactada. No podía creer lo que acababa de ver.

Aunque despreciaba a Sofía, no podía negar que fue la esposa de su hermano durante tres años. En todo ese tiempo, Diego no tuvo otras mujeres, ni escándalos, ni relaciones ocultas.

Pero ahora Sofía se había acercado a Alejandro y lo había convertido en su apoyo.

Para Isabella, eso era imposible de soportar.

Sabía bien que Alejandro era un hombre difícil: distante, inflexible, con un carácter que no admitía contradicciones. Y lo peor era que él también tenía poder sobre ella; le daba miedo, así que nunca se atrevía a enfrentarlo.

Como mucho, se desahogaba con insultos a espaldas de Sofía.

Nunca, ni por un segundo, imaginó que esos dos pudieran ser pareja.

Eso le parecía... una locura.

Además, Alejandro era casi como su hermano.

¿Si Sofía estaba con él... seguía siendo su cuñada?

¿O qué se suponía que era ahora?

No, no, no. ¡Ni pensarlo!

Ella nunca consideró a Alejandro como familia.

—Diego, ¿qué está pasando? ¿Lo sabías? —preguntó, desesperada.

Antes podía burlarse de Sofía sin consecuencias, pero si de verdad estaba con Alejandro, ya no se atrevía.

—Lo sé —contestó Diego, seco.

—¿¡Lo sabías!? ¡¿Y por qué no me lo dijiste?! —exclamó Isabella, aún más confundida.

Sabía que su hermano y Alejandro no se soportaban. Por eso no entendía cómo podía permitir que Sofía se acercara a él.

En los ojos de Diego apareció un brillo de ira.

Alejandro lo había enviado al extranjero, claramente para apartarlo del camino.

Si no hacía nada, todo ese esfuerzo iba a ser en vano.

Iba a aprovechar su ausencia para acercarse a Sofía, estaba seguro.

—¿Tuvieron gestos cariñosos? —preguntó con tono cortante.

Isabella pensó unos segundos.

—Creo que no. Solo compraron asientos de pareja en el cine.

—No te metas —dijo él, serio.

Al principio, después del divorcio, Diego no entendió lo mucho que se había acostumbrado a tener a Sofía a su lado.

Esa ausencia lo desestabilizó, y por eso perdió el control.

Pero ahora lo tenía claro.

Sabía exactamente lo que quería.

Y cuando uno tiene un objetivo, solo queda ir tras él.

No le preocupaba que Alejandro se esforzara por conquistarla, porque estaba convencido de algo: Sofía lo seguía amando. Esa era su mayor seguridad.

Cuando regresara al país, iba a ir a buscarla.

Ya sabía que los hombres que seguían a Sofía le habían perdido el rastro.

Probablemente Alejandro los había descubierto.

—Señor Villareal —dijo Chiara, de pie frente al escritorio.

—¿Está todo listo para el regreso? —preguntó él.

—Sí, para el próximo fin de semana.

Cuando volviera, iban a faltar solo unos días para el cumpleaños del abuelo.

—¿Y lo averiguaste? —insistió.

—Sí. Dylan es el prometido de Carmen —contestó Chiara, todavía sorprendida—. Aunque ya tiene un hijo de un mes, el compromiso entre ambos sigue vigente.

Diego la miró fijamente, pensativo.

Al principio pensó en reemplazarlo, pero ahora entendía que no hacía falta.

Dylan era competente; sus errores vinieron solo de enfrentarse a Alejandro, no de falta de capacidad.

Y con ese compromiso con Carmen, menos todavía lo iba a dejar ir.

Cuando Chiara salió, Diego se quedó solo en el estudio, en completo silencio.

El mismo silencio que lo acompañaba cuando, años atrás, se encerraba a estudiar sin descanso, decidido a superar a Alejandro.

Entonces, como ahora, no tenía a nadie.

Solo a sí mismo... y su obsesión por no perder.

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