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El increíble papá de los trillizos romance Capítulo 59

—Recuerda quedarte a mi lado cuando lleguemos al piso 68. ¿Lo entiendes? —recomendó Yolanda a Adriana.

—Entendido —murmuró Adriana, mientras exprimía su cerebro buscando una forma de colarse en la oficina de Dante.

—Oye, Adriana… —dijo Yolanda de repente—. ¿Estuviste involucrada en el caso del Señor Palacios?

Adriana tardó en registrar lo que Yolanda había dicho.

—Bueno… solo soy una interna, así que no hay manera de que me involucre en esos casos.

—¿Entonces eres inocente? —preguntó Yolanda, mirándola directo a los ojos.

—Sí. ¿Qué pasa? —preguntó Adriana, levantando una ceja—. ¿Por qué estás tan interesada en este caso?

—Nada —dijo Yolanda con una sonrisa—. Han corrido rumores de que fuiste tú quien metió al Señor Palacios en su situación actual, ya que fuiste asignada al departamento de seguridad apenas unos días después de lo que sucedió.

—De acuerdo… ¿y? ¿Cuál es el problema? —preguntó Adriana.

Yolanda se congeló y forzó una sonrisa en su rostro.

—Estoy preocupada por ti. Las jóvenes como tú no son aptas para ser guardias de seguridad.

—Oh… —dijo Adriana.

Antes de que pudiera decir otra palabra, la puerta del ascensor se abrió en el piso 68. Adriana se apresuró a salir con los documentos mientras Yolanda salía del ascensor y señalaba el pasillo junto a ellas.

—Por aquí, por favor.

Llevaron los documentos a la sala de reuniones para que la secretaria del Presidente los recogiera, y Adriana consiguió escabullirse cuando Yolanda estaba hablando con la secretaria. Yolanda fingió no darse cuenta de su rápida huida. Era la hora del almuerzo y casi no había personas recorriendo los pasillos del piso 68. Adriana consiguió encontrar la oficina del Presidente muy rápido, y levantó la mano para llamar a la puerta, solo para tambalearse hacia atrás cuando un hombre del interior gritó:

—¿Esa es tu confesión? —Fabián se burló.

—Fabián…

—¡Fabián! ¡Saca a este asqueroso pedazo de basura de mi oficina! —gritó Dante.

—Sí, Señor Licano —respondió Fabián—. Los oficiales de policía están en camino, Marco Palacios. ¡Espero que cambies para cuando salgas de la cárcel!

—¿Llamaron a la policía? —tartamudeó Marco—. ¡Te estoy rogando ahora mismo! ¿Por qué no puedes dejarme ir?

—¡No tienes derecho a poner un pie en el piso 68!

Adriana se estremeció al recordar cómo Héctor se abalanzó para salvarla de las cajas que caían en el estacionamiento. «No podría estar aquí y presenciar este enfrentamiento si él no hubiera estado allí aquel día…». A primera vista parecía un accidente extraño, pero la pila ordenada de cajas sugería lo contrario. «Así que… ¡fue Marco! ¡Apuesto a que no esperaba que Dante lo sorprendiera en el acto por segunda vez!». Pocos días después del incidente, los subordinados de Dante reunieron suficientes pruebas para inculpar a Marco del incidente. Dante amenazó con expulsar a Marco del Corporativo Divinus, y éste subió al piso 68 en un intento desesperado por implorar su perdón.

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