El increíble papá de los trillizos romance Capítulo 61

—¡Tú eres el que va a morir! —dijo Dante con frialdad, como si fuera la mismísima muerte.

—¿De qué está hablando? —preguntó Marco, casi dejando caer su daga por el miedo.

Dante no se había movido ni un centímetro de su posición en la puerta, pero la mano de Marco que sostenía la daga ya temblaba sin control. Antes de que Marco pudiera reaccionar, Dante entrecerró los ojos y le arrebató la daga de la mano, y luego lo inmovilizó contra el suelo antes de que pudiera reaccionar. Con un fuerte «chasquido», su muñeca se partió en dos. El fuerte grito que siguió casi desgarró el techo del edificio.

—¡Cómo te atreves a amenazar al Señor Licano! —bramó Fabián mientras arrastraba a Marco como a un perro moribundo.

Adriana, por su parte, estaba al borde del colapso. Unos segundos antes de que su cabeza cayera al suelo, un par de manos la sostuvieron y la apartaron del frío y duro suelo. A través de sus ojos medio cerrados, logró distinguir los apuestos rasgos de Dante justo antes de que todo se volviera negro.

—¡Llama al médico!

—¡Sí, Señor!

Después de lo que le pareció una eternidad, Adriana se despertó aturdida, solo para darse cuenta de que estaba acostada en una cama rígida en una habitación que apenas tenía decoración. Había un símbolo «S» en la lámpara que colgaba del techo, y la comprensión la golpeó como un camión en el momento en que lo vio. «¡Ese es el símbolo de Dante! ¿Estoy en su habitación?». Se incorporó con mucho esfuerzo y se dio cuenta de que su ropa había desaparecido, sustituida por una fina bata blanca. Fue como si una bomba hubiera estallado en su cabeza, haciéndola girar. «¡Oh, no! ¿Dónde está el chip? ¿Se ha enterado Dante?».

—¿Estás despierta? —Una voz suave hizo que Adriana se sorprendiera. Levantó la vista para ver a una Doctora que entraba en la habitación con un carrito que contenía material médico. La Doctora procedió a revisar su temperatura y las heridas de su cuerpo—. La herida no está infectada, lo cual es una buena señal. Sin embargo, tendré que vigilarte durante unos días más antes de que puedas irte.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó Adriana, confundida.

—Soy Renata Laporte, la Doctora de cabecera de la Familia Licano —respondió con una sonrisa—. El Señor Licano me dijo que cuidara de ti por el momento.

Adriana se quedó helada, poco acostumbrada al tono respetuoso de Renata. Recordó el tiempo en el que todo el mundo la trataba de forma similar cuando salía con Héctor. En el pasado, la Familia Ventura también había tenido un doctor privado que la atendía cada vez que se ponía enferma. En ese momento vio su uniforme, que estaba colocado en una pila ordenada en el carro que Renata había estado empujando.

Capítulo 61 Su casa 1

Capítulo 61 Su casa 2

Capítulo 61 Su casa 3

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