El increíble papá de los trillizos romance Capítulo 62

La puerta de la habitación se abrió y una fría corriente de aire se coló dentro. En ese momento, entró una figura alta, cuya sombra se extendía por la cama de forma amenazante. Adriana sintió que los latidos de su corazón se aceleraban mientras lo miraba con atención como un gatito asustado.

—¡Bienvenido, Señor Licano! —Renata lo saludó.

Dante hizo un gesto con la mano y Renata salió de la habitación con los ojos en el suelo. En el momento en que la puerta se cerró, Dante comenzó a acercarse a Adriana, haciéndola estremecerse y meterse entre sus sábanas.

—¿Qué quiere?

—¿Te doy miedo? —preguntó él, sentándose en el sillón junto a la ventana.

Adriana resistió el impulso de poner los ojos en blanco. «¿Quién no?».

—¿Por qué me ha traído aquí? —preguntó, esforzándose por parecer tranquila y serena.

—Te lesionaste en horas de trabajo, así que me veo obligado a asegurarme de que te recuperes bien —dijo Dante. Su voz era fría y carente de emoción, pero su mirada amable delataba sus verdaderos sentimientos—. ¿Cómo estás? No te estás muriendo, ¿verdad?

—¡Cállese! —Adriana gritó de forma impulsiva, solo para arrepentirse de inmediato—. ¡No estaría aquí sentada hablando con usted si me hubiera muerto, Señor!

Hizo hincapié en la palabra «Señor», como si se hubiera resignado al destino.

—Marco Palacios ha sido detenido por la policía —dijo Dante mientras se servía una copa de vino. Hizo girar el vino mientras continuaba—: Entonces, ¿qué recompensa te gustaría tener por tus actos heroicos?

—¡Dinero! —dijo Adriana sin dudar—. Solo deme algo de dinero.

—¿Eso es todo lo que te importa? —preguntó Dante con desdén.

—Tengo que cuidar a mis mayores y… a mis mascotas, y mi sueldo no es suficiente —protestó Adriana—. Además, ¿supongo que no va a descontar esto de mi sueldo? No me obligará a pagar mis propias facturas médicas, ¿verdad? —Dante la fulminó con la mirada y se levantó para irse—. ¡Gracias por visitarme, Señor Licano! Que tenga un buen día —gritó mientras salía de la habitación. —Suspiró aliviada cuando la puerta se cerró tras él. «Creo que aún no ha encontrado el chip. No puedo dárselo todavía… pensará que yo soy la culpable… ¡Tengo que salir de este lugar antes de que ocurra algo malo!». Miró la pequeña caja negra que contenía el chip. «¿De verdad estará intacta?». Adriana se enterró entre las sábanas y abrió la caja. «¡Uf! Todavía está dentro». Miró su móvil y se dio cuenta de que la batería estaba agotada. Metiendo el chip bajo la almohada, llamó—: ¡Hola! ¿Hay alguien aquí?

Renata entró en la habitación unos segundos después.

—¿Sí, Señorita Ventura?

—Quiero ir a casa. ¿Puede conseguirme un taxi? —preguntó Adriana.

Capítulo 62 No te vayas 1

Capítulo 62 No te vayas 2

Capítulo 62 No te vayas 3

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