Abel miró con atención a Jonathan, sus ojos brillaron con un profundo odio.
«¡Esto no puede ser posible! ¡De ninguna manera! ¡Jonathan no es nada más que un perdedor!».
Al principio, cuando Abel puso sus ojos en Julieta, envió a alguien a investigar quién era su esposo, comprendió más tarde que era solo in mantenido, quien se unió a la Familia Sierra por matrimonio porque era perseguido. Si Julieta no le hubiera salvado la vida, Jonathan habría muerto desde hace mucho a manos de sus enemigos.
«¡No es posible que este perdedor sea su comandante! Aun cuando todos los hombres del mundo estuvieran muertos, Jonathan sería demasiado inútil para ser uno».
—Jonathan, ¿quién demonios eres? —le reclamó Abel, su mandíbula temblaba un poco.
Como el único hijo del presidente de Grupo Lara, fue humillante que lo pusiera contra la pared, un inútil mantenido.
«¿Qué pensarán otros de mí, si esto se llega a saber?».
—¡Soy alguien con quien no se puede jugar! —se burló Jonathan—. Si averiguo que vuelves a molestar a Julieta, ¡el Grupo Lara dejará de existir! —Esta era una clara amenaza.
Furioso por su evidente intimidación, Abel lo miró con malicia. Si las miradas pudieran matar, Jonathan habría sido desgarrado en pedazos en ese momento. Por desgracia, su mirada ni siquiera perturbó a Jonathan, quien se dio la vuelta hacia Julieta y le dijo:
—Julieta, no sé por qué problema está atravesando tu familia, pero, sin importar lo que sea, puedo manejarlo. No tienes que casarte con alguien por quien no tienes sentimientos, ¡solo por un asunto trivial!
«¿Un asunto trivial?».
Al escuchar sus palabras, todos a su alrededor levantaron sus cejas escéptico. Era del conocimiento de todos que la Familia Sierra había ofendido a la familia más influyente en Ciudad Jade, la Familia Barrientos. De hecho, cuando la Familia Barrientos tenía un problema, toda Ciudad Jade lo tenía.
La Familia Serrano estaba apurada en casar a Julieta con Abel, para que ellos pudieran unir fuerzas con el Grupo Lara y así poder defenderse contra la Familia Barrientos.
—¡Suficiente Jonathan! —gritó Julieta—. No me importa a que personas importantes conociste allá o si delataste a alguien para ganar un favor, ¡pero no olvides que no pueden protegerte por siempre! —Ella tomó un profundo respiro, antes de continuar—: Una vez que se encarguen de ti, ¡no serás nada! ¿No te conoces bien? ¡No puedes resolver los problemas de mi familia, ¡así que vete! ¡No quiero volver a verte!
Parece que usó toda su energía en gritar la última frase en voz alta. Después de todo, ella sabía que Jonathan era un holgazán. Todo lo que sabía hacer eran los deberes del hogar, pero eso era todo.
Por eso, ella se negaba a creer que Jonathan ahora era un gran pez, después de estar desaparecido por tres años. No había alguna forma en que él pudiera obtener poder, cuando el Jonathan que ella conocía era un hombre perezoso, que nunca tuvo un trabajo apropiado, y un cobarde que nunca tomó represalias sin importar lo mal que lo trataran.
La única posible explicación, era que él había ganado el favor de un gran pez o sacrificó algo para ganar su apoyo. Aun así, para Julieta, esta no era una solución confiable. Una vez que esos peces gordos no lo necesitaran y lo hicieran a un lado, la gente, a quien una vez ofendió, regresaría por él. Sin un refugio, Jonathan sería presa fácil.
—¡Oh! Tal vez, ¡se escapó de un manicomio!
En el momento en que Jonathan se fue, el miedo que toda esa gente le tenía se disipó de sus mentes y comenzaron a burlarse de él uno tras otro.
—¡Tonterías! ¿No escucharon lo que dijo Julieta? Debe haber tenido la suerte de ser reconocido por un pez gordo. De lo contrario, ¿por qué Andrés lo trató con mucho respeto?
—Tal vez se vendió a un pez gordo. ¡No olviden que alguna gente influyente tiene ciertos fetiches! —se burló alguien, mientras los demás compartían miradas de complicidad.
—¡Suficiente! ¿No pueden solo cerrar la p*ta boca?
Justo cuando ellos estaban ridiculizando a Jonathan, Abel golpeó furioso con su palma de la mano la mesa.
—Jonathan, sin importar a que pez gordo estés recurriendo por favores, ¡no olvides que estamos en Ciudad Jade! Este es el territorio de mi familia. No importa quién seas, ¡no eres rival para nosotros! En menos de tres días, ¡me aseguraré de que te arrastres a mis pies pidiendo perdón! Cuando eso suceda, ¡sabrás quien manda en Ciudad Jade! —declaró indignado.
En ese momento, Abel solo tenía un pensamiento en su mente, él quería a Jonathan muerto. Además, también quería que toda la Familia Sierra pagara el precio.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Poderoso Asura