O romance El Regreso de la Heredera Coronada foi atualizado para Capítulo 337 .
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Capítulo 337 El Regreso de la Heredera Coronada
La atmósfera quedó en silencio por un instante.
—¡Jajajaja...!
Emilio se rio, y un brillo fugaz pasó por sus ojos color miel.
Berenice suspiró aliviada, creyendo que había acertado en su suposición. Pero, para su sorpresa, en el segundo siguiente, la sonrisa de Emilio desapareció, y con calma respondió:
—Te equivocaste grandemente.
Un chasquido de dedos resono.
—Llévensela fuera.
Mientras los dos macancanes la agarraban por los brazos y la arrastraban hacia la salida, Berenice pálida no podía entender lo que estaba sucediendo. ¿Dónde se había equivocado? ¿No era eso lo que Emilio pensaba?
¡No podía ser!
—Señor Emilio, ¿acaso va a dejar libre a Ángeles?
Ángeles le había lanzado esa brujería y lo había dejado con ambas manos inservibles. ¿Cómo podía Emilio dejar pasar algo así tan fácilmente? ¡Eso era un odio mortal!
Pero Emilio no dijo nada.
La puerta principal de la hacienda se abrió, y los dos hombres arrojaron a Berenice fuera.
No muy lejos, entre los arbustos, había estacionado un auto donde dos reporteros de chismes habían estado esperando pacientemente. Querían tomar fotos exclusivas sobre la supuesta relación entre la estrella de cine Berenice y Emilio, el jefe de la familia González.
Habían estado vigilando la hacienda durante horas, pero no había pasado nada emocionante.
Hasta ese momento, cuando finalmente se abrió la puerta de la mansión.
—¡Rápido, toma las fotos!
—Ah, ¿solo una sirvienta? Yo esperaba algo más interesante.
—¿Sirvienta? Bueno, trabaja para la familia González, tal vez sabe algo. ¡Vamos, acerquémonos y veamos si podemos sacarle algo de información!
Los dos reporteros se acercaron corriendo hacia Berenice mientras hablaban.
Vestida con el uniforme de empleada y cabizbaja por la costumbre para ocultar su cara llena de cicatrices, Berenice se estremeció cuando los dos reporteros la rodearon, uno a cada lado. Sus pupilas se contrajeron, y presa del pánico, salió corriendo.
De ninguna manera podían tomarle fotos en ese estado.
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