El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 619

¡Ella le consiguió un mejor trabajo y lo convirtió en su esposo!

Cuanto más lo pensaba Lourdes, más aterrada se sentía de todo esto. Si no fuera porque sus ojos ya estaban sanos y había visto con sus propios ojos la ambición oculta detrás de la falsedad de ese maldito hombre, y había visto su escandalosa aventura amorosa con Belén.

Aún estaría engañada, tratada como una vil estúpida.

Por suerte, había conocido a Ángeles.

Lourdes parpadeó con delicadeza, ocultando el odio y la intención asesina en sus ojos hacia Juan, y con una expresión de humildad y pánico en su rostro, dijo apresurada, —Juan, no es así, ¡siempre te he creído!

—¿Entonces por qué no me das el sello? ¿Acaso es porque temes que lo monopolice?— Juan preguntó indignado.

Juan suspiró sintiéndose afectado, mostrando una apariencia de desconsuelo, y dando un paso hacia atrás le propuso, —Está bien, tus cosas, no las tocaré.

Después de escuchar esas palabras, Lourdes se alarmó de inmediato, buscó una y otra vez su mano y pronunció, —¡No digas eso, estamos casados, tus cosas son mis cosas! ¡Si quieres el sello, te lo daré!

Diciendo estas palabras, Lourdes señaló en dirección al tocador y dijo, —en el tercer cajón hay un adorno con forma de botón, lo giras y aparecerá al instante un compartimiento secreto, ¡el sello está allí dentro!

¡Por fin!

El corazón de Juan latió a mil por hora, y su respiración se volvió más agitada.

Después de tanto sufrir y actuar durante tanto tiempo, ¡al final había encontrado el sello!

¡Al fin, el alivio después del sufrimiento!

Pensando en esto, se sintió satisfecho, ¡sabía que Lourdes lo amaba profundamente!

Qué bien, él se enojó, usó una estrategia de ataque al corazón, ¡y ella le reveló con facilidad la ubicación del sello!

Juan, impaciente, se dirigió al tocador y, siguiendo las instrucciones de Lourdes, logró encontrar el adorno con forma de botón.

¡Estaba realmente bien escondido!

Juan había buscado innumerables veces antes, sin obtener éxito alguno.

Ahora necesitaba la ayuda de Emiliano para empezar a deshacerse de la gente y los guardaespaldas de la casa Pérez.

Emiliano, aunque sorprendido por la rapidez con la que Juan había conseguido el sello, también respondió con un simple gesto. —De acuerdo.

Al ver esta respuesta, Juan dejó caer su última señal de preocupación y no pudo evitar reír en un tono de voz alta, como si ya se encontrara en la cima del poder.

Sin mayor discreción, Juan tomó la mano de Belén y besó el borde de su mano, sin ocultar su amor, —Belén, ¡te haré la mujer más feliz del mundo!

Belén, demasiado conmovida y emocionada, lo agarro con fuerza.

Luego, como si recordara algo, miró hacia Lourdes, quien estaba de pie a un lado, y dijo con frialdad, —Juan, ahora que tenemos el sello, ¿qué hacemos con esta t vieja?

Ya no necesitaban esconderse ni hablar en secreto; todo era abierto y descarado.

Lourdes parecía estar asombrada, y con una expresión de sorpresa y confusión, sus ojos sin mostrar el más mínimo enfoque, mostrándose perdida e indefensa, —Juan, Belén, ¿qué están diciendo? No entiendo...