El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 621

Belén observaba con una frialdad asombrosa; una sonrisa satisfecha fue esbozada de manera involuntaria en sus labios. De repente, al recordar algo, se devolvió hacia Lourdes para agarrarla: —No te preocupes, después de tu muerte, me aseguraré de que tu hijo te acompañe también.

Esta afirmación alcanzó el límite de Lourdes.

Juan miró a Belén con resignación, una sonrisa inesperada apareció en sus ojos. —¿No habíamos acordado que mataríamos al niño más tarde? Todavía es útil, ten paciencia un poco más, hasta que controlemos por completo a la gente de la familia Pérez...

¡No logró terminar sus palabras!

De repente, un cuchillo atravesó su corazón justo delante de él.

En ese agudo dolor, Juan recobró enseguida la conciencia, bajó la vista y encontró la fría mirada de Lourdes.

La mirada...

¿Cuándo había vuelto a ver?

Sorprendido, Juan empezó a considerar más posibilidades, recordando el comportamiento inusual de Lourdes recientemente y ahora...

—¿Puedes ver? ¿Desde cuándo? ¿Ya lo sabías?

Juan preguntó con cierta dificultad, pero ya había perdido toda su fuerza, y su cuerpo se desplomó lentamente, cayendo de rodillas al suelo con un golpe sordo.

—Sí, hace mucho tiempo que puedo ver.

Lourdes respondió, sin parpadear mientras hundía el cuchillo aún más profundo en su miserable esposo, salpicando su rostro con sangre y dándole un aspecto siniestro, pero ella sonreía endemoniada.

—Juan, me has engañado tanto tiempo con tu actuación; yo también te engañé una vez, es justo, ¿no lo crees?

—Además, no deberías odiarme, después de todo, la estupidez fue tuya, ¿no mía?

Repitió con odio las palabras que Juan había dicho anteriormente.

La puñalada fue mortal, la sangre fluía sin cesar.

El cuerpo de Juan se deslizó hacia abajo como un papel, perdiendo toda su fuerza.

—¡Juan, Juan no me dejes!

Lourdes observaba tranquila la escena.

Era realmente conmovedora.

Las últimas palabras de Juan antes de morir aún seguían preocupadas por Belén, sin dejar testamento, sin maldiciones de ira, solo preocupación por el tormento que Belén podría enfrentar.

Incluso con su último aliento, no podía estar tranquilo.

La última mirada que le dio a Belén estaba llena de amor y complacencia.

Juan había usado todas sus mentiras y conspiraciones en Lourdes.

Su único amor y afecto, los había entregado de forma incondicional a Belén.