El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 628

¡Esto parecía ser una estrategia para desviar la atención!

—¿Quién habrá hecho esto? —murmuró Hugo.

Vicente parecía haber anticipado este resultado y solo alzó una ceja, diciendo con indiferencia: —Fue Emiliano.

—Pero ¿cuál era el propósito de Emiliano al llevarse a Belén y a Juan? —Hugo estaba confundido—. Un cadáver, una joven sin capacidad de defensa, ¿qué utilidad podrían tener para él?

Eso algo desconcertante.

Vicente se acercó cuidadoso al alféizar de la ventana, observando las huellas frescas dejadas. No era difícil imaginar que Emiliano, al descubrir que el asunto se había expuesto, había huido d manera inesperada de la casa de los Ruiz.

Además, el lugar más peligroso podría ser el más seguro, por lo que se dirigió a la casa de los Pérez.

Actuando de manera secreta, ¡qué valiente era!

Lo que Vicente no podía entender era por qué Emiliano, en lugar de aprovechar la oportunidad para escapar a un lugar donde nunca pudieran encontrarlo, había corrido directo a la casa de los Pérez. ¿Solo para rescatar a Belén?

O quizás... su visita no tenía el propósito de salvar a Belén, sino que tenía otro objetivo.

¿Es que acaso, al no poder encontrar o capturar al rehén que deseaba, optó por llevarse a Belén como segunda opción?

Pensando en todo esto, un brillo asesino era ineludible en los ojos de Vicente.

—Ojalá puedas esconderte toda la vida...

—De lo contrario... ¡sufrirás un cruel el castigo!

...

El tiempo retrocedió, volviendo tres horas atrás.

Emiliano estaba sentado en una silla, con un primoroso gato en su regazo, acariciando su suave pelaje mientras el gato ronroneaba en su garganta.

En ese momento, sonó su celular.

Poco después, un auto tras otro partió.

Una vez que el guardaespaldas se fue, Emiliano subió solo al segundo piso y llegó a una terraza donde no había luces encendidas. Todo estaba oscuro, sólo la débil luz proyectada de lejos le permitía ver que había una persona allí de pie.

Un hombre vestido de negro de pies a cabeza, completamente cubierto.

—Señor.

Emiliano saludó al hombre de negro, su tono no era muy respetuoso por cierto, pero sí cortés y cauteloso.

El hombre de negro, con las manos atrás, dijo con voz grave: —Tu guardaespaldas no es lo suficientemente meticuloso en su trabajo. Esas jóvenes que capturaron han atraído a mercenarios, por poco casi descubren mi base.

Emiliano se sorprendió demasiado: —Imposible, siempre hemos investigado su trasfondo antes de actuar, ¿cómo podría atraer a mercenarios?

—¿Ah sí? ¿Entonces cómo explicas al mercenario que capturé? Ahora mismo está encerrado en mi sótano. Después de resolver esto, tal vez vendrán más mercenarios.

El hombre de negro se volteó, su rostro no era visible, pero su tono se tornó aún más siniestro: —No hay tiempo. Me falta el último "coadyuvante" importante, y este coadyuvante solo puede ser el convocado por la campana de bronce.