El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 629

—¡Tú, trae pronto el coadyuvante!

—¡Te doy solo dos días para hacerlo!

El hombre de negro, con una presencia dominante, ordenó con un tono indiscutible y severo: —Si no me entregas el coadyuvante en dos días, ¡sabrás cuáles serán las consecuencias!

Dicho esto, sin preocuparse por la expresión facial de Emiliano, el hombre de negro saltó con agilidad desde el balcón del segundo piso y se fundió con la oscuridad de la noche hasta desaparecer.

Emiliano sonrió silencioso y, al levantar la cabeza, su rostro se ensombreció.

Pero hay cosas que simplemente debían hacerse.

Descendió las escaleras para volver y llamó a su guardaespaldas para rastrear el paradero de Ángeles.

La búsqueda sería prolongada, especialmente porque Ángeles se encontraba en la ciudad de la Luz de la Luna, una región extensa que complicaba la investigación.

Esa investigación tomó dos horas y media.

Cuando llegaron noticias sobre Ángeles, ¡también lo hicieron las personas de los seis autos que atacaron la casa de los Ruiz!

A lo lejos, Emiliano avistó la figura de Vicente.

En ese instante, ¡el rostro de Emiliano palideció!

Vicente no estaba muerto; entonces, la infinidad de noticias que se habían difundido... ¡eran falsas!

—¡Retirada!

Emiliano maldijo internamente a Juan por su incompetencia.

Esta maldita desinformación lo llevó a emitir órdenes equivocadas.

¡Vicente estaba aquí y ciertamente lo destruiría!

Emiliano huyó a toda prisa.

Aunque no quisiera, tenía que marcharse lo más pronto posible; de lo contrario, si Vicente no lo encontraba en la casa de los Ruiz, seguro volvería y, para entonces, Emiliano no tendría escapatoria.

Pero justo cuando Emiliano estaba a punto de marcharse, vio a Belén intentando estrangularse con un cinturón.

Sin dudarlo demasiado, Emiliano de inmediato rompió la ventana para rescatar a Belén, ofreciéndole una oportunidad y preguntándole si quería irse con él.

Si aceptaba, él le ofrecería la oportunidad de vengarse.

Finalmente, Belén aceptó el acuerdo.

Después de dejar la casa Pérez con Belén y el cuerpo de Juan, en el camino, Emiliano recibió una llamada.

El hombre al otro lado de la línea, vestido de negro, maldecía furioso, habiendo perdido su compostura y refinamiento, dejando solo un airado frenesí.

No estaba claro a quién maldecía, pero descargó su ira también contra él, con palabras ferozmente crueles.

Con el rostro imperturbable, Emiliano respondió con frialdad: —Señor, por favor, cálmese un poco, ¿qué ha ocurrido?