Mientras tanto, en farmacias Coronel, Sasha, como la nueva directora de la empresa, estaba exhausta de su primer día de trabajo. Ya que la empresa era de los Coronel, muchos de sus familiares tenían puestos importantes dentro del corporativo. A pesar de que Sasha era la nueva directora, su familia se resistió a seguir sus órdenes y solo le hicieron el trabajo más difícil. Incluso aseguraron que le quitarían el puesto a Sasha en tan solo tres días. Para empeorar la situación, Sasha nunca tuvo oportunidad de entrar a la oficina ejecutiva. Ahora que no podía acceder a la habitación, tenía que trabajar en una mesa situada en una esquina.
A raíz de eso, sus subordinados le faltaron aún más al respeto. Además, algunas empresas habían cancelado su colaboración con ella esa mañana. No había la más mínima duda de que los Coronel estaban detrás de todo esto. Su objetivo era nada más y nada menos que quitarle el poder a Sasha como directora forzándola a renunciar a su puesto, pero Sasha era fuerte y obstinada. A pesar de todos los obstáculos, ella lo aguantó y siguió trabajando.
Durante toda la mañana, Sasha estuvo haciendo llamadas para expandir la cartera de clientes mientras que el resto del personal la miraban y se quedaban de piernas cruzadas. Por la tarde, Mateo llegó a la empresa y al entrar fue objeto de miradas rencorosas.
—¿No es él el esposo inútil de la directora?
—¿Qué hace aquí?
-¿No es obvio? Viene a lucirse y a presumir que su esposa es ahora la nueva directora de la empresa.
—¡Ja! Quién se cree que es si solo es un perdedor que vive de su mujer. ¿Qué viene a presumir?
-Aún no se sabe cuánto tiempo aguantará la señorita con su posición de directora. ¿Por qué se ve tan emocionado por alardear? Supongo que es algo común con los pobres.
Para cuando Mateo llegó al piso de arriba, Sasha aún estaba ocupada trabajando. -¿Qué haces aquí? —le preguntó sorprendida.
Con una sonrisa en el rostro, Mateo respondió:
—Ya es tarde, vengo a invitarte a comer.
-¿En serio tienes apetito? -Carlos se acercó con una sonrisa siniestra. -Sasha, acabo de recibir unas llamadas. Al parecer otras 17 empresas han decidido cancelar sus órdenes.
-¿En serio? -Liliana se burló. -Oh no, haciendo los cálculos, creo que ya no nos quedan más órdenes.
-¡Exacto! -Carlos sonrió. -Apenas es tu primer día como directora y nuestra empresa ya ha perdido tantas ventas. Sasha, estoy verdaderamente impresionado.
Liliana y Carlos se alejaron mientras se burlaban de ella y la expresión de Sasha se volvió más sombría. Al poco tiempo, unos cuantos empleados se acercaron con ella y dijeron:
-Directora, le entregamos nuestra renuncia. ¿Podría arreglar lo de nuestra liquidación?
-¿Qué? -La expresión de Sasha volvió a cambiar al ver que los mejores empleados de la empresa estaban renunciando.
-¿Por qué quieren renunciar de pronto?
Uno de ellos contestó:
-La empresa ya no recibe ningún pedido y todos saben que es cuestión de tiempo antes de llegar a la bancarrota. Tenemos miedo de sufrir las consecuencias de quedarnos aquí.
-Pero eso es solo temporal -aseguró Sasha ansiosa. -Estoy tratando de asegurar más órdenes para no terminar en la quiebra.
-Hmm. Esas son solo palabras de consuelo. No será tan sencillo cerrar ventas ahora -aportó otro de los empleados. —Ya es suficiente, señorita Coronel. Basta de tanta tontería. Debo renunciar hoy y usted va a darme mi liquidación. De lo contrario, presentaré cargos.
-Así es, ¡páganos!
-Si el pago se atrasa, aunque sea un poco, le aseguro que terminará en prisión.
Todos comenzaron a gritar al mismo tiempo. En ese momento, más y más empleados comenzaron a reunirse y a decir que también tenían intenciones de renunciar. Sasha comenzó a preocuparse. Si todos renuncian, la empresa quedará vacía.
En ese momento, Mateo alzó la voz. -Cálmense todos por favor. La señorita acaba de decir que tendrá órdenes nuevas para hoy. No hay necesidad de que estén tan ansiosos.
-¿Quién te crees que eres? No tienes nada que opinar aquí.
-Solo eres el mantenido que vive de la familia Coronel, un perdedor y vividor que se aprovecha de su esposa. ¿Quién te da el derecho a meterte en asuntos de nuestra compañía?
-Pero entonces, ¿no es él el esposo de la directora? Que ridículo. Es como un concubino metiéndose en asuntos
que no le incumben.
Carlos y Liliana no paraban de reírse ya que fueron ellos quienes provocaron que el personal se reuniera. Mateo frunció las cejas y anunció:
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