De ¡da al hotel, Mateo llamó a Guillermo Navarro pues sentía que Timoteo Guevara había tenido algo que ver con la desaparición de Sasha; como resultado, los hombres de Guillermo ya la habían resguardado incluso antes de que él llegara. Y justo como lo sospechaba, todo había sido un plan de Timoteo, pues Javier se había encargado de hablar pestes de él, al grado que secuestró a Sasha para obligarlo a rendirse. Dado que el Hotel Times era propiedad de Guillermo, fue sencillo para sus hombres encontrarla y detener a quienes habían llevado a cabo el plan antes de que pudieran escapar, por otro lado, cuando Mateo finalmente pudo llegar dio un suspiro de alivio cuando se dio cuenta de que Sasha estaba bien; sin embargo, en cuanto Elena lo miró, comenzó a reprenderlo:
-Mateo, ¡¿en dónde estabas?! ¡¿Sabes el peligro en que estuvo Sasha?! ¡Eres un esposo tan irresponsable, ni siquiera puedes cuidar de tu propia esposa!
Entonces, Mateo trató de explicarse:
—Suegra, pero usted... usted me pidió que fuera a casa.
Elena estaba muy sorprendida, además se sentía un poco avergonzada así que lo regañó:
—¡Pues no debió tomarte tanto tiempo venir de la casa hasta acá! ¿No te importa Sasha? ¡Incluso ante esta situación tan grande estabas haciendo qué se yo!
A Mateo le había tomado un poco más de tiempo ir desde el lago hasta el hotel.
-Está bien mamá, detente... -susurró Sasha, quien todavía se encontraba temblando de miedo.
Exasperado ante la incompetencia de Mateo, Santiago gritó:
—¡Mateo, si en verdad eres un hombre, deberías ser capaz de proteger a tu esposa!
Mateo se culpaba a sí mismo mientras cerraba sus puños con fuerza, era claro que había subestimado a Timoteo, porque jamás imaginó que haría algo como eso. Parecía que en verdad tendría que solucionar el asunto; salió del Hotel Times y llamó a Guillermo para pedirle que
resolviera su disputa con Timoteo.
En el hospital, se estaba planeando algo malvado.
-Señor Guevara, ¡solo secuestre a Sasha y déjeme el resto a mí! Cuando esté en mis manos el señor Lara en definitiva tendrá que ceder -dijo Javier con emoción.
Sin embargo, Timoteo se quedó en silencio y la señora Guevara estaba perdiendo la paciencia:
-¡No me importa qué métodos utilicen, solo salven a mi hijo!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Regreso Del Yerno Misterioso