En ese momento alguien se acercó a la puerta, era el concuño de Mateo, Liam.
—Suegros, se está haciendo tarde y debemos comer el almuerzo -dijo alegremente.
Al ver a Liam, la expresión en el rostro de Elena se relajó.
-¿Ya hiciste todos los arreglos?
-Sí, ordené su comida china favorita. -Liam estaba tratando de halagarla.
—¡Aw, Liam! ¡Eres tan inteligente! Me siento mucho más relajada al saber que trabajas en la empresa -asintió con satisfacción y agregó-: Cariño vamos, ¡hay que comer!
Santiago dejó los documentos y no mostró ningún tipo de consideración o emoción hacia él; con las manos detrás de la espalda y con una expresión de arrogancia, se fue junto a Elena y Liam.
Mateo estaba muy molesto: «También soy su yerno, pero mi simple presencia es una vergüenza para ellos mientras que Liam recibe elogios de su parte».
¡Había una gran diferencia en cómo lo trataban a él y cómo trataban a Liam! Sin embargo, hace mucho tiempo que se había acostumbrado. Por otro lado, a Liam le encantaba elogiar a sus suegros, cosa que a ellos también les agradaba, pero a Mateo nada de eso le importaba, para él lo único que era verdaderamente importante era cómo se comportaba Sasha con él.
De repente, Liam fue hacia él con una sonrisa triunfante en el rostro:
—Mateo, no estés esperando, Sasha ni siquiera está aquí.
Mateo frunció el ceño.
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