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Ella Aceptó el Divorcio, Él entró en Pánico romance Capítulo 103

~Scarlett~

—¿Estás segura de que estás bien? Si quieres llorar, puedes hacerlo —me preguntó Adrián por tercera vez cuando volví a subirme al carro. Le había dicho que no tenía que esperarme, pero ahí seguía, estacionado en el mismo lugar, tan sorprendido como yo al verme salir.

No estaba tan triste. No como cuando descubrí la verdad sobre mi supuesta familia, sobre cómo cada uno de ellos me había traicionado y quería sacarme partes del cuerpo. Compraron mi vida para su adorada hija, ¿qué tenía de malo eso?

Y siendo sincera me sentía super feliz ahora que su hija finalmente estaba curada y ya no me necesitaban.

—Ava ya está bien, su estado de salud es estable —le dije a Adrián, sintiendo una tranquilidad que hacía mucho no sentía— Tal vez ni siquiera me persigan si les digo que me voy.

—¡La curaron a costa de explotarte! —Adrián suspiró, quejándose con resentimiento.

—Bueno, pensándolo bien, ellos pagaron por mi vida y mi educación. Sabes... igual hubiera aceptado si desde el principio me hubieran dicho que la condición para vivir con ellos era darle mi sangre y mi médula ósea, y de más cosas que necesitara su hijita —me sorprendía de cómo toda mi vida era un chiste, y aun así podía reírme de ello, genuinamente— Para una huérfana que no tenía un futuro, ¿no crees que también me aproveche de ellos?

—Si ya no necesitan tu sangre, entonces no tienes que irte tan rápido —sugirió Adrián con un tono cauteloso— Aquí tienes amigos y un trabajo.—¡Hay mil historias mejores que esa estupidez del amor verdadero! —me recosté en el asiento, riéndome con él— Del uno al diez, ¿cuánto influyó tu cariño injustificado en esa decisión?, vamos, quiero saber.

Adrián me miró, con unos ojitos que me suplicaban, pero contagiado por mi buen humor, terminó riendo

—...Cinco...

—¡Yo lo sabía! —dijo, le di un golpe en el hombro, suspirando. Él puso cara de dolor, murmurando algo sobre que eso solo me servía para entrar a su oficina, y bla, bla, bla.

No podía escucharlo. Estaba pensando en otras cosas después de librarme de esa gran carga, que tenía en mis hombros. Este era el lugar donde había tirado mis boletos de avión rotos cuando estaba con Aurora, no hace mucho. En ese momento, incluso el sol brillante en el cielo parecía apagado porque estaba de luto por la libertad que había perdido.

¿Ahora la había recuperado? ¡Hasta la nube negra sobre nosotros parecía salida de una caricatura!

Tenía salud, educación, un trabajo para mantenerme, amigos que se preocupaban por mí, y una verdadera familia esperándome al otro lado de un vuelo de unas pocas horas. ¡Tenía libertad, y ahora que Ava estaba sana, me había quitado un gran peso de encima!

Nada podía arruinar un día así porque nadie podía detenerme, ni siquiera Sebastián.

—¡Ya se! les diré cuando aterricé —cerré mi celular, tomando una decisión— Pueden venir a visitarme después. No se enojarán... ¿cierto?

—Yo estoy enteramente seguro de que lo entenderán —dijo Adrián, mirándome— No creo que Jack Fuller pueda hacer algo, pero sin embargo no reservé nada, así que no va a poder rastrearte. Conseguiremos tu boleto de avión, y todo lo demás puedes reemplazarlo.

Ese era el plan. Todas mis cosas estaban con Aurora. Ella iba a traérmelas cuando pudiera. Esto era todo, ¡y nada podía salir mal!

—¿Señorita Fuller?

Me congelé cuando un tipo con traje negro y gafas de sol se me acercó en la puerta del aeropuerto justo después de que me bajé del carro de Adrián, mientras él iba a estacionar.

—El jefe me dijo que la esperara.

Cuando escuché eso me puse pálida.

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