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Ella Aceptó el Divorcio, Él entró en Pánico romance Capítulo 126

~Scarlett

Ignoré la Coca-Cola helada.

No iba a cogerla y darle a Ava una buena razón para reírse de mí.

Me serví un poco de puré de papa y algo de ensalada, pero nada en esa mesa me llamaba la atención como ese tazón de alitas que tenía justo enfrente. Nadie lo tocaba, y yo tampoco podía, no sin algo bien frío para acompañarlo. Supuse que podía conformarme con un vaso de agua con hielo...

Miré el agua simple, sin sabor. Pero no la quería.

Miré hacia la cocina. Tal vez había más Coca-Cola allá, aunque los Fuller no tomaban gaseosa. Tener una hija que lucha por su vida todos los días les había cambiado el estilo de vida —comían y hacían todo extremadamente saludable.

Pero tal vez...

—La Coca-Cola venía con las alitas —dijo de repente Sebastián, con un tono tan inocente que daba rabia, como si acabara de leerme la mente— El restaurante sí sabe cómo se disfrutan unas buenas alitas BBQ.

¡Yo también! Empecé a arrepentirme de haberla rechazado. Sí, el imbécil la había traído, pero la Coca-Cola no tenía la culpa. No debí desquitarme con una pobre gaseosita.

Todo era su culpa.

Lo miré con odio, ese odio que se siente en la garganta. Y me sorprendí al ver que intentaba agarrar una alita.

—¡Tú no comes picante! —le dije entre dientes, apretando la mandíbula, pero sin perder la sonrisa.

—No es eso, es que nunca lo he probado —dijo, mientras agitaba el pedazo de pollo como si fuera cualquier cosa— Eso no significa que no me vaya a gustar.

Sí, claro. Así funciona el picante. Nunca lo pruebas en tu vida, y mágicamente tu cuerpo lo aguanta sin drama. Blanqueé los ojos, solté el tenedor, y lo miré con una sonrisa burlona:

—Si te rindes ahora, te salvo de lo terriblemente picante que son y me llevo ese infierno de tus manos... junto con el vaso de Coca-Cola.

Él se rio, arrogante. Bueno, al menos lo intenté.

Lo observé comerse esa alita como si fuera un oso luchando contra un panal de avispas. Cada parte de su cuerpo decía 'no puedo más!!!', pero era demasiado orgulloso como para parar. Soltó un quejido cuando por fin terminó. Tenía los labios rojos, y el sudor le corría por la frente.

Capítulo126 1

Capítulo126 2

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