~Scarlett~
Frente a su mirada triste, no pude decirle que "no". Mentir era difícil, sobre todo cuando la mentira no engañaba a nadie. Ni a mí, ni a él.
Con una sonrisa amarga, él soltó mi cintura despacio.
Él fue quien me alejó. Lo deseaba con todas sus fuerzas y, finalmente, cuando por fin me alejé, también fue él quien me dirigió esa mirada apenada, haciéndome sentir culpable.
— ¡Acción!
Justo cuando me sentía muy incómoda, el director Deep gritó. Me volteé rápido hacia el escenario, y Sebastián llegó a mi lado.
Samuel y Aria interpretarían a Sebastián y a Ava, estaban hablando en el pasillo, como lo hacían en mis recuerdos. Pero esta vez, ella no era la que le robaba ese momento a una hermana oscura y celosa, sino la verdadera chica que había sido salvada.
Samuel llegó con sus amigos del fútbol, riendo y hablando, con los ojos brillantes y una sonrisa amable. Cuando pasó junto a Aria, ella bajó la cabeza y evitó su mirada. Él se detuvo y la miró con curiosidad.
—¿Te conozco? —preguntó Aria, con un poco de vergüenza. Amilia le sonrió, pero sus ojos brillosos, revelaban su secreto, se había encontrado con su amor de siempre en el primer día de la secundaria, un muchacho popular del equipo de fútbol, todavía con su uniforme.
A ella le quedaba muy bien el papel de la chica auténtica con un secreto sucio, pero inofensivo.
—No sé, dime tú —Samuel apoyó su brazo sobre el casillero, encogiéndose un poco para poder mirar de frente a la chica, y preguntó con los ojos inocentes y llenos de curiosidad— ¿Tienes un vestido amarillo de princesa que tenga una tira rota?
—Perdón —se rio de sí mismo después de hacer una pregunta tan directa — Se que suena raro. Solo... que me acordé de algo.
— Sí, es una pregunta rara — sonrió Aria, alejándose con sus libros en la mano — y sí, ¡tengo uno!
—¿Un qué? — murmuró Samuel, pero ella ya estaba lejos. Él levantó una ceja mirando hacia donde ella se fue, sus amigos le dieron pequeños golpes y se rieron, pero a él no le importó.

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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ella Aceptó el Divorcio, Él entró en Pánico