Ella Aceptó el Divorcio, Él entró en Pánico romance Capítulo 162

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~Scarlett~

—¿Que yo… te debo algo? —levanté las cejas y le golpeé el pecho con un dedo, molesta.

Sebastián se rio de mí y me agarró de la cintura con más fuerza.

—Yo te debo un millón de disculpas y más. Te debo ser un buen esposo, una casa cómoda y cinco años de felicidad. Pero tú también me debes algo a mí.

—Te di una oportunidad y después un millón más —le peleé, tratando de alejarme de él, usando mis brazos como barrera. Pero fue inútil.

—Ya no me amas, ¿cierto? —preguntó Sebastián. Bajé la mirada, pero él me levantó el mentón con un dedo. Para mi sorpresa, él estaba sonriendo — Sé que no me amas, y me lo merezco. Pero tú me obligaste a casarme cuando yo no estaba enamorado… y ahora me debes la oportunidad de conquistarte. —Solo quiero lo mismo que tú me pediste hace cinco años, Scar —me miró con esperanza — Pagaré cada centavo de mi deuda contigo… pero quiero que me des una oportunidad. ¿Sí?

¿Cómo le dices que no al hombre que tanto odias… cuando lo amaste por años?

Si fuera la misma chica ingenua de hace cinco años, habría explotado de felicidad. Le habría contado lo del bebé y me habría casado con él ahí mismo. Pero ya no era esa chica. Si algo aprendí en esos cinco años, es que el único fundamento de un matrimonio es el amor. No quiero apresurar las cosas. No puedo permitírmelo otra vez.

—No… no sé… —No quería cortarle la esperanza después del discurso más conmovedor que había escuchado en mi vida, pero era lo correcto.

—¿Qué es lo que no sabes? —exigió, intentando mirarme a los ojos.

No sabía cómo, ni siquiera si era posible volver atrás.

Aunque reiniciáramos, el pasado seguiría ahí… y Ava también. No sabía perdonar ni olvidar, y mucho menos cómo lidiar con Ava cuando ella ocupaba un lugar tan importante en su corazón. ¿Realmente podríamos intentarlo de nuevo?

—Si… —empecé a decir, pero me callé cuando ese sentimiento comenzó a atormentarme, ese que aparecía cada vez que mi corazón intentaba confiar en él. No quería volver a abrir mi corazón.

—¿Sí? —preguntó él, con una chispa de esperanza en los ojos.

No quería pisotear su corazón. Por más enojada que hubiera estado, ahora que llegaba el momento, no quería lastimarlo. Bajé la mirada, con mi ángel y mi demonio peleando en los hombros. Uno me decía que huyera, el otro que lo rechazara con cuidado.

Otra vez intenté zafarme de sus brazos, pero él me apretó más. En mi forcejeo, de pronto vi que había cruzado la línea que nos separaba. Él me había arrastrado a su terreno, y ahora nuestras sombras se mezclaban.