Harding se fue y mis padres suspiraron a mi lado, mientras mi corazón se destruía por completo por su maltrato hacia mí
¿Por qué siempre debo recibir los castigos que merece mi hermana? ¿Por qué siempre debo aceptar malos tratos y hacer lo que loa demás quieren aunque no me sienta cómoda? ¿Es que ellos son humanos y yo soy basura que usan y desechan a su antojo? ¿Yo no tengo derecho a opinar o negarme? ¿Es eso algo prohibido para mí? — me pregunto mentalmente mientras mis lágrimas corren por mis mejillas.
— Te lo dije, adoptar a una niña, fue la mejor idea que pude tener. Nos hemos salvado hoy de una muerte segura, gracias a eso — dice mi madre y yo siento como los restos de mi corazón, son pisados hasta quedar el polvo.
— Sí, por fin ha sido útil tener a Miley.
— No quiero hacer esto — murmuro girando mi cuerpo para enfrentarlos.
— ¿Qué has dicho?
— ¿Soy basura acaso?
— Miley.
— ¿No tengo sentimientos acaso? ¿No puedo razonar por mi cuenta y decir que no o sí a algo? Porque, hasta donde yo sé, uno es quien decide a quien entregarle su virginidad y en mis planes, nunca estuvo dársela al esposo de mi hermana como recompensa porque ella no quiso venir a casarse. — digo molesta y mi padre levanta su mano para golpearme. Pero, mi madre la detiene.
— No puedes marcarla. Harding no va a aceptar que tenga marcas aunque sea una sustituta. Así que, guarda las ganas para cuando él la deseche — dice mi madre a mi padre, para después mirar hacia mí — tienes razón, Miley, cada mujer decide con quien tener su primera vez.
>> Pero solo si no eres tú. Mi familia, te recogió como basura, de un orfanato que podía compararse a un basurero. Nosotros, te dimos comida, ropa limpia, estudios y un techo, por todo este tiempo, aunque bien pudimos regresarte al basurero en el que estabas.
— ¿Por qué no lo hicieron? — digo herida.
— Porque debías pagar todo el esfuerzo que hicimos por ti. Nada es gratis en esta vida y la verdad, en el momento que te sacamos de ese basurero, fue como si compráramos un objeto que no tiene derecho a expresar lo que piensa o siente, mucho menos, tienes derecho a quien entregarle tu cuerpo.
>> Así que sí, Miley, no puedes tomar decisiones por tu cuenta, porque nos pertenece eres. No importan tus planes o si quieres o no casarte. Aquí lo que importa es lo útil que eres para nosotros y de acuerdo a ello, es que te vamos a usar, ¿lo entiendes?
— No quiero esto.
— Por favor, Miley, todos sabemos que estas ansiosa por casarte con Harding y meterte en sus sábanas. Así que, no veas esto como un castigo, cuando en realidad, estás cumpliendo tus deseos más lascivos. Por lo que, deja de hacer tu papel de víctima y ve al altar.
>> Tienes cinco minutos para estar allí y con ese terrible rostro húmedo, tardaría diez minutos en arreglarte. Así que, deja de llorar y disfruta de estos diez minutos en la gloria. Porque mi hija va a volver pronto a tomar su lugar y tendrás que dárselo, ¿lo entiendes?
— Lo entiendo — susurro con dolor.
— Bien, ahora vamos a arreglarte y dejemos de hablar cosas sin importancia — dice mi madre tomando maquillaje y empezando a cubrir mi dolor.
Antes de cumplirse los diez minutos, mi padre ya me escoltada hasta el altar, donde un aura demoníaca cubría todo el cuerpo de Harding. De inmediato, retrocedo asustado, pero mi padre me sostiene con tanta fuerza que alejarme más duele.
— Camina, recuerda cuál es tu trabajo — ordena mi padre
No puedo hacerlo. Este no es el Harding amable con mi hermana o el Harding tolerante conmigo por ser su cuñada. Este hombre, es el demonio del que todos hablan. Ese que se ha atrevido a hacer desaparecer toda una empresa por intentar jugarle sucio.
¿Cómo crees que podrás sobrevivir a esto si tu familia le ha hecho la peor de las ofensas? — pregunta mi mente.
— Déjame ir, padre. No puedo hacer esto — susurro bajo mi velo.
— De acuerdo, si hay alguien aquí que tenga un motivo para detener la unión de estas dos personas…
— Ojalá hubiera alguien. Pero, dudo que haya alguien interesado en ti, no es así, Marisa — susurra Harding a mi oído con frialdad.
Aléjate de él y demuestra que no vas a seguir siendo el reemplazo de Marisa demuestra tu valor y vete de esta farsa donde solo tú saldrás lastimada, mientras tus padres buscan a la causante de toda esta locura — dice mi mente, pero, por más que quiera moverme, no tengo el valor de siquiera hablar.
A eso te resumen, a un cuerpo que se mueve bajo la orden de alguien más, sin importar que esa orden te lastime. — dice mi mente y yo no tengo como responder.
— Vamos rápido. Pase a la parte del beso. — ordena Harding y todos ríen.
— Alguien está desesperado por besar a su esposa — dice alguien detrás de mí y todos ríen en respuesta.
— Dense prisa, por favor. No quiero prolongar más esto — ordena con seriedad y él sacerdote, entiende a que se refiere. Porque de inmediato, su sonrisa se borra y acelera tan rápido la boda que solo reacciono cuando Harding me levanta el velo de espaldas al público y me beso tan fuerte y fugaz, que reacciono cuando vuelve a colocarme el velo.
Así de frío, así de simple, fue el momento que una mujer recuerda como el más grande de su vida y lo peor de todo es que, me estaba casando bajo el nombre de alguien más. En pocas palabras, iba a entregarle mi primera noche de bodas a un esposo que no es mi esposo y que jamás lo será. Porque soy demasiado poco para eso.
¿Cómo pudiste pensar en él de esa forma? ¿Cómo pudiste enamorarte de alguien que no te ve siquiera como persona? Y lo peor de todo es que, aún temiéndole por ver su actitud hacia mí, lo sigo queriendo.
Que tonta soy, amando a alguien que seguramente me hará pagar la humillación de mi hermana. Con tristeza, veo como Harding me toma de la mano y me lleva fuera de la iglesia sin alguna delicadeza. Dejando a todos en silencio, sin saber cono hablarle al enojado Harding.
Cuando salimos, el auto ya nos espera y enojado, abre la puerta y me empuja hacia el interior donde él también entra enojado.
— En poco tiempo vamos a ver si eres un buen reemplazo — dice con la voz fría, mientras mi cuerpo tiembla.

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