Nerviosa, entró a la habitación, donde sola, logró quedarme como puedo el vestido de novia que apenas me deja respirar. Con mis pechos sin verse a punto de salirse del vestido y sin tener que mantener una respiración apenas posible para que no se rompiera, me siento libre cuando el vestido, abandona mi cuerpo.
No deberías estar tan contenta, recuerda que ahora mismo, estás en peligro. Tienes que saciar todos los deseos de Harding y aunque eso suene interesante, no lo es, por todo lo que causó Marisa. — me recuerda mi mente y yo asiento, sentándome en la cama mientras el reflejo que me proporciona el espejo, muestra las marcas que el vestido había hecho por ser demasiado pequeño para mí.
No importa lo duro que puede ser. Debo complacerlo o mi familia podría causarme problemas más grandes.
Decidida a hacer todo lo que Harding me ha pedido, me quitó la ropa interior y entro a la ducha donde me baño, depilo y lavo el cabello, con el fin de que no encuentre algo sucio en mí. Lista, humecto mi piel y sin tener ropa que ponerme, me quedo en bata de baño, esperando que algo suceda. Sin embargo, sentada, pasó tres horas y Harding, aún no aparece.
¿Se habrá ido? No, no es posible. Ningún hombre dejaría a su esposa en día de su boda. — murmuro mentalmente.
¿Aunque seas su esposa sustituta? — pregunta mi mente y mi corazón se encoje al saber que él sería capaz de ello.
Preocupada por no tener idea de donde puede estar Harding, salgo de la habitación y recorro el lugar, llamando su nombre, pero, no hay una sola respuesta.
¿Realmente se ha ido? — pregunto con tristeza.
Quizás sea lo mejor. Aun tendrás tu virginidad y no tendrás quien te recuerde que hoy eres la sustituta de Mariana — dice mi mente y aunque suene sorprendente, no me agrada saber ello.
— Harding, ¿podrías decirme si estas en algún lugar de este apartamento? No quiero entrar a un lugar prohibido. — murmuro sin obtener una respuesta.
Justo cuando estoy por girarme, escucho algo romperse y de inmediato, corro hacia la fuente del sonido, encontrándome en una habitación completamente oscura y con sábanas blancas en el suelo.
— Maldita sea — murmura y yo enciendo la luz, encontrándome algo sorprendente.
La habitación, parece un taller de pintura donde cada pequeña parte del lugar, tiene lienzos con hermosos dibujos de Marisa. Desde cuando mira a la persona frente a ella hasta cuando se queda dormida.
Era como si fueran fotografías de ella, pero, era imposible ver así de cálida y amorosa a Marisa. En mis recuerdos, siempre esta la mujer altiva, grosera y arrogante. Pero, sin duda, Harding la ve de una manera distinta. De una que no logro imaginarla.
— ¿Quién te dijo que podías venir aquí? — pregunta el hombre que buscaba, con un vaso en su mano.
— Eh, yo… te estaba buscando — murmuro bajando la mirada.
— ¿Tan ansiosa estas porque te folle? — pregunta y yo niego
— No es eso. Es solo que estaba preocupada por ti. No sabia donde estabas o si te encontrabas bien — murmuro.
— No me encuentro bien. — dice y yo levanto mi mirada, notando que a su lado, hay una botella de whisky rota.
— Oh, espera busco algo para recoger ese desastre. No te muevas, podrías cortarte — murmuro corriendo hacia la cocina, en busca de un recogedor.
Cuando llego, Harding tiene la mirada perdida hacia un gran retrato de Marisa. Por lo que, sin molestarlo, comienzo a recoger los vidrios grandes y cuando termino, tomo los pequeños con la escoba y el recogedor.
Ese es el único ruido que se escucha en la habitación. Por lo que, miró hacia Harding, preguntándome si se ha dormido. Pero no es así, su vista sigue fija en el retrato de mi hermana.
— ¿Por qué lo hiciste? — pregunta Harding y yo no sé qué responder.
¿Esta hablando conmigo o con la imagen de Marisa? — pregunto curiosa.
— ¿Por qué no fuiste a la boda, Marisa? ¿Algo no te gustaba? Porque pude cambiarlo si lo pedías. — susurra respondiendo a mi pregunta mentalmente — Esposa sustituta, ¿algo de lo que escogiste no le gustó y por eso, no se presentó.
Claro, siempre debo estar relacionada a las decisiones de mi hermana. Si ha hecho algo mal, siempre es por mi culpa — me quejo mentalmente.
— No lo sé. No tengo idea de qué vio Marisa que no fue a la ceremonia.
— Ella si fue. Me informaron que fue y tú debes saberlo. — dice Harding mirándome con enojo.
— ¿Realmente crees que alguien va a decirme que mi hermana llegó al salón?
— ¿Por qué no podrían avisarte?
— Porque no soy unida a ella.
— Habías dicho que…
— Mentí. Dije esa mentira para que tus padres no se llevaran una mala imagen de mi hermana. Pero, la realidad es otra. Yo no soy unida a ella y por ello, no tengo idea de sus planes. Sin embargo, estoy aquí para que puedas perdonarla.
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