Florecer en Cenizas romance Capítulo 260

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Hotel.

Fabiola sentía el pecho tan apretado de la rabia que apenas podía respirar.

Ni siquiera cuando Renata Benítez y su grupo la hacían pasar malos ratos en la secundaria se había sentido tan enojada y tan vacía.

Aquellas eran maldades directas, pero lo de Agustín Lucero era otra cosa, algo que dolía mucho más.

A él lo estaban traicionando los que más deberían quererlo.

Hasta el abuelo lo estaba usando, ¡y eso que se trataba de su propio abuelo!

Cuando Sergio Lucero dejó todo tirado y se largó, el abuelo solo pudo confiar en Agustín. Pero ahora que tenía a quién más echarle el ojo… se puso a jugarle chueco, como si temiera que Agustín no quisiera compartir la herencia con ese supuesto hermano.

Fabiola no podía evitar sentir lástima y coraje por Agustín.

Se le llenaron los ojos de lágrimas y, sintiéndose impotente, se aguantó el llanto para no preocuparlo.

—¿Tan mal te sientes? —Agustín, al parecer, notó su mal humor. Se quitó la chaqueta y la dejó en el sillón, luego la jaló suavemente hacia él.

Fabiola terminó sentada en sus piernas, tan ligera y cálida, con ese aroma dulce que parecía envolverlo.

Incluso su respiración tenía un aire de ternura.

Agustín soltó una sonrisa tranquila, como si en ese instante todo el peso de sus casi treinta años se hiciera más llevadero.

Era una sensación extraña. Y al mismo tiempo, reconfortante.

—Es que me da coraje por ti… —Fabiola ya no pudo aguantarse, se le quebró la voz y se abrazó a Agustín, llorando de verdad.

—¿Cómo puede el abuelo tratarte así? Aunque no le guste que yo esté contigo, ¡igual el bebé es tuyo! —dijo con voz ahogada, empapándole la camisa de lágrimas.

—La culpa es mía —susurró Agustín, acariciándole el cabello—. Ya no llores, ¿sí? ¿Quieres que salgamos a caminar un rato? ¿Quieres un poco de agua?

Fabiola negó con la cabeza, apretando los labios.

—No quiero nada… solo quiero desahogarme.

Agustín rio bajo.

—Está bien. Llora todo lo que necesites.

No iba a obligarla a guardarse nada.