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La amante secreta de mi exesposo romance Capítulo 14

Estaba en la cama, en ropa interior, envuelta en una manta, con una taza de té caliente entre los dedos.

Mi cuerpo temblaba y mis dientes castañeaban.

Una toalla fue arrojada sobre mi cabeza.

—Si te enfermas, no me haré responsable. Dejaré que tú misma te hagas cargo de tu medicación y tus cuidados —Comenzó a revolver la toalla contra mi cuero cabelludo.

Sus palabras severas y su tono arrogante no concordaban con sus acciones.

No dije nada mientras él me secaba. Me limité a tomar mi té mientras él sacudía mi cabellera húmeda.

Dejé que el líquido dulce calentará mi sistema. Una vez que terminé, él se deshizo de la taza y de la toalla.

—Ponte esto —Sacó un camisón negro del armario.

Tomé el camisón con una mano y con la otra sostuve la manta contra mi cuerpo. Me levanté de la cama y pasé a su lado. De un tirón, me arrancó la manta del cuerpo.

—¡Frederick! —chillé, tratando de cubrirme con el camisón.

—Venga ya, Charlotte. Te he visto desnuda un montón de veces —habló con suficiencia.

Las mejillas se me sonrojaron, lo sé porque las sentí arder.

Me pegué contra la pared, en busca de escapar, pero no me fue de mucha ayuda, ya él me siguió.

—¿Por qué estás tan nerviosa? Estás temblando —Me acorraló, pasando las yemas de sus dedos por mis brazos. Mi piel congelada parecía arder en llamas bajo su toque.

Lo hizo con cuidado, como si fuera un gatito asustado que batalla entre huir o rasguñar. Y así es justo como me sentía.

—Hace frío, por eso tiemblo —dije con rapidez, encogiéndome de hombros—. Además, es diferente, antes éramos esposos, por eso me veías desnuda, ahora no lo somos…

—Somos amantes —Me interrumpió, dándome un golpe de realidad—. Y por lo tanto, tengo derecho a ver lo que es mío.

Me atreví a verlo a los ojos, porque él tenía razón. Yo era su amante y él podía hacer conmigo lo que quisiera, lo sabía desde el momento que firmé el contrato. Pero…tenerlo tan cerca, estando tan expuesta, dándole paso a los recuerdos de sus manos sobre mi piel, sus labios jugueteando conmigo; era una tortura.

Estaba abriendo una caja de Pandora que juré mantener cerrada.

No estaba lista para enfrentarme a lo que somos, a lo que fuimos.

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