Entrar Via

La amante secreta de mi exesposo romance Capítulo 19

Fui llevada a un consultorio privado, donde solo estábamos Frederick y yo. Me dejó en la camilla. Oculté la parte superior de mi cuerpo con el abrigo, algo parecido a una tortuga escondida dentro de un caparazón.

—¿Te lastimaste? —preguntó.

Intentó quitarme el abrigo, pero lo sostuve como si mi vida dependiera de ello. No estaba lista para enfrentarlo a él, a la situación, a mi patética crisis.

—Me tomaron fotos, Frederick —Era consciente del temblor de mi cuerpo.

—Me encargaré de que eliminen las fotos, ahora necesito verte —dijo con firmeza. Tiró nuevamente del abrigo, sin éxito. Sabía que no estaba usando toda su fuerza, de ser así, ya estuviera al descubierto—. No me obligues a arrancarte el abrigo, Charlotte.

—¡Déjame sola! —dije, tragándome los sollozos.

—¡No hasta que me muestres si estás bien! —Su puño impactó en la camilla, a mi lado.

No respondí.

Lo escuché resoplar. Su garganta emitió un sonido animal y supe que había roto su paciencia.

—No estoy para tus malditos juegos —añadió, sacándome el abrigo de un tirón—. Y tampoco necesitas esto —Me arrebató los lentes y la gorra antes de que pudiera objetar.

Ahí estaba, con los ojos rojos, la nariz mocosa y las lágrimas mojando mis mejillas. El estómago me ardía, sentía una llenura que rozaba con las náuseas.

Sus ojos bajaron por mi cuerpo y volvieron a subir a mi rostro, como si buscara algo.

—Es tu culpa… —Sollocé—. No intentes ayudarme y ni finjas que te importa, estoy en esta situación por tu culpa. Me dejaste sola en ese maldito juicio.

Negó con la cabeza, tomando mi nuca con su mano, mi cabello se enredó en sus dedos.

—Ibas a pasar por esto de todas formas. Tu padre iba a terminar en la cárcel, las personas odiándote —Sus labios estaban a milímetros de los míos. Sus ojos me perforaban.

—No, pero no de esta forma —dije, con los dientes apretados—. Si al menos hubiera tenido a alguien a mí lado que me ayudara a enfrentar lo que sucedía, a alguien que me acompañara en el proceso, no estaría en esta situación. Pero en su lugar, obtuve un marido que me abandonó cuando más lo necesité.

Lo golpeé en el pecho, una y otra vez, pero no hizo nada por protegerse, ni por devolver los golpes. Soltó mi cabellera, dejándome desquitarme.

—Pero estamos justo donde tú querías. Tú; triunfando, yo; siendo pisoteada por ti —Con los puños cerrados, golpeé la camilla donde estaba sentada—. Porque la hija de Klifor Darclen merece ser castigada. Merece sufrir, ¿verdad?

Nuestro precio es solo 1/4 del de otros proveedores

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La amante secreta de mi exesposo