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La amante secreta de mi exesposo romance Capítulo 21

Sin dirigirme la palabra, acomodó mi ropa en su lugar. Yo no fui capaz de decirle nada, me había dejado anonadada.

Acababa de dejar que ni exesposo metiera sus dedos dentro de mí, que me provocará un orgasmo, que me besara.

Yo era consciente que al firmar el contrato estaba accediendo a hacer esta clase de cosas, pero es tan diferente pensarlo que vivirlo.

Me llevó a la habitación, yo me movía como una marioneta. Me depositó en la cama, viéndome desde donde estaba. Se quitó el saco y lo arrojó en el piso.

Tragué saliva, presionando mis rodillas entre si.

—Me bañaré primero —dijo, su voz era áspera y grave. Sus ojos estaban fijos en la zona donde mi vestido se había levantado al ser arrojada sobre la cama—. Después puedes bañarte tú o quédate así, en realidad, no me importa.

Su erección era evidente a través de sus pantalones. Por eso, fue sorprendente verlo entrar al baño y dejarme a mí en la cama, mojada y con los estragos del orgasmos surtiendo efecto.

Escuché el momento en que la ducha fue abierta. Estuve mirando el techo durante mucho tiempo, sin ningún pensamiento particular en la cabeza, y eso que tenía opciones por demás.

«Estaba tardando más de lo normal bañándose»

En estos momentos, ya debería haber salido de la ducha, pero ahí seguía.

El sonido del agua cayendo en el piso causó un efecto somnífero en mi cabeza. Me encontré a mí misma bostezando en medio de la cama. Mis ojos se fueron cerrando por si solos hasta que ya no vi nada más.

***

Me revolví en la cama, sintiéndome cálida pero con una gran necesidad de vaciar mi vejiga. Abrí los ojos y lo primero que vi fue a Cenizas echado en el suelo, boca arriba.

Frederick debió liberarlo en algún punto de la noche.

Él sabía que escogería a Cenizas antes que mi celular, no necesitaba decirle la respuesta en voz alta, la elección era fácil.

Me fijé que estaba del lado derecho de la cama, cubierta con las sabanas. Arrugué la frente, ya que mi último recuerdo era quedarme dormida en medio de la cama.

Me quité la sábana de encima, notando otro muy evidente cambio significativo. Ya no llevaba el vestido con el que me dormí, ahora tenía un camisón blanco.

¿Frederick hizo todo esto?

Me senté en la cama en el momento justo que una mano se cerró en mi muñeca.

—¡Mierda! —grité, sintiendo que el corazón se me salía del pecho.

Seguí la mano fantasmal hasta encontrarme con un cuerpo grande y marcado. No se trataba de un espectro o de algún ser paranormal. Era Frederick, del otro lado de la cama, sin camisa, con rostro adormilado y un gesto acusador.

—¿A dónde crees que vas? —Su voz era ronca por la falta de uso.

—Al baño…

Arrugó la frente, como si le estuviera mintiendo. ¿Qué estaba pensando, que trataba de asfixiarlo mientras dormía? Bueno… Ahora que lo pienso…

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